domingo, 31 de diciembre de 2017

A FRANCO LE HUYEN LOS BILLETES



Cuando el 29 de Septiembre de 1936 Francisco Franco Bahamonde (1892 – 1975) fue elegido Generalísimo de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire por la Junta de Gobierno en Burgos, es decir la persona que asumiría el mando de las fuerzas sublevadas, éste, como les iba diciendo, pensaba que la guerra sería cuestión de unos días y que en cuanto cayera Madrid se acabaría rápidamente. Y es por eso que en aquellos momentos pensó que tendría que ir fabricando nuevos billetes que suplantaran a los de la zona republicana. Para ello se puso en contacto con dos empresas británicas fabricantes de billetes para que le hicieran el trabajo. Una era la empresa Thomas de la Rue, mientras que la otra se llamaba Bradbury Wilkilson and Co. Pero pasados unos días el futuro dictador se llevó una sorpresa al descubrir que ninguna de las dos le iban hacer el encargo. La primera lo rechazaba alegando que Franco no era el verdadero gobernante de España, y la segunda, aunque ya había hecho las planchas para la impresión de los billetes, tuvo que abandonar el proyecto debido a las presiones del propio gobierno británico que tampoco reconocía al bando sublevado. Así que finalmente tuvo que ser la Alemania nazi la que le hiciera los billetes en 1936 y 1938.

Cuando terminó la guerra, Franco, chasqueado por la negativa de las empresas británicas, decidió que esta vez le haría los billetes un gobierno amigo, como era el italiano, y por eso encargo a la empresa Coen & Cartevalori su fabricación. Pero de nuevo Franco se llevó una desilusión pues esta vez los inconvenientes no los pusieron desde Italia, sino que fueron los propios colaboradores del dictador los que le recomendaron que no pusiera su efigie en los billetes pues ante el clima de rechazo que había en el exterior, muchos países no los aceptarían en las futuras transacciones económicas.

miércoles, 27 de diciembre de 2017

LA GENÉTICA EN 100 PREGUNTAS - Matteo Berretti



El ser humano es un universo configurado de cientos de miles de millones de universos más pequeños. ¿Cómo es eso posible? Pues esencialmente por las células, cada una de ellas un verdadero universo en sí. Y siguiendo con las preguntas, ¿Quién se encarga de su estudio? La respuesta es sencilla: la genética. Un campo  que se encarga de analizar, catalogar y, mayoritariamente, estudiar la evolución de esas células, genes, cromosomas… para el conocimiento del hombre y para que este tenga constancia de que este análisis detallado le enseñara como está constituido y cómo su estudio pormenorizado podrá salvarle de las enfermedades además de mostrarle cómo en el futuro podremos tener un cuerpo más evolucionado y perfecto, ya sea a través de su cuidado como de la modificación del propio ADN. He de reconocer que no soy perito en este campo de la ciencia, y que pensé en un primer momento que la lectura de este ensayo científico se me iba a atragantar un poco, pero en verdad que al ir avanzando poco a poco en sus páginas, la lectura se me ha hecho muy agradable enseñándome cosas muy curiosas de este campo. Así pues, con todos ustedes: La Genética en 100 preguntas, una obra escrita por el biólogo Matteo Berretti, y editado por Nowtilus en 2017.
En un principio, el autor intenta explicarnos de manera sencilla y directa los elementos esenciales de la genética al ponernos delante como es el ADN, cómo están configuradas las células; qué es el cromosoma y cómo los genes; como se transmiten a través de los seres humanos y cómo se implantan en los sucesores de cada uno; para luego pasar a la ingeniería genética; cómo se puede alterar esos genes, y cómo evolucionan. Matteo Berretti nos enseña como son las claves de nuestro interior  y cómo serán nuestros descendientes. Es verdaderamente interesante descubrir cómo estamos hechos, cómo podemos evolucionar hasta estadios que pueden parecer de ciencia ficción, y como la genética analiza las enfermedades para que podamos destruirlas. Estamos por tanto ante un ensayo de lo más apasionante.
La Genética en 100 preguntas es de esos trabajos que poco a poco, aunque uno sea un verdadero profano en este campo, te hacen interesarte por un campo de la ciencia. Su lectura es sencilla y te sumerge en el universo de las estructuras del ADN, de la medicina predictiva, la bioética, o en resumidas cuentas en la verdadera esencia del ser humano: la genética.

martes, 26 de diciembre de 2017

LA MODA DE LA COLETA MANCHÚ



Cuando los occidentales retratan de alguna forma a los chinos de la antigüedad es común que los plasmen vistiendo vistosos trajese de seda y llevando también una gran coleta en su cabeza. Pero en verdad esta representación es falsa ya que no siempre fue así. Retrocedamos en el tiempo. Fue la dinastía Qing (1644 – 1911), sucesora de los Ming, y de origen manchú, quien impuso esta moda. Al ser una nueva dinastía de origen extranjero los Qing no eran muy queridos por su pueblo, y al parece este sentimiento era mutuo. Es por ello que el emperador Shunzhi (1638 – 1661) mandó, bajo pena de muerte, que todo el mundo adoptara el corte de pelo manchú (es decir, dejarse coleta y afeitarse la parte frontal de la cabeza) con el propósito de humillar la soberbia china. La moda de llevar coleta duró hasta 1911 cuando el gobierno republicano decretó que se debía eliminar dicho complemento junto con el tradicional traje manchú. La policía incluso tenía órdenes de detener a cualquiera que portara una coleta y proceder acto seguido a cortársela sin ningún miramiento pues llevarla significaba que se era simpatizante del antiguo gobierno imperial.

sábado, 9 de diciembre de 2017

LAS FALSAS MOSCAS DEL BAILE



Cuando vemos una escena de baile ambientada en el siglo XVIII es corriente ver a las damas portando en su rostro un leve lunar en la mejilla o cerca de la comisura de la boca. Queda muy elegante, pero ¿sabías que el uso de estos lunares es un verdadero lenguaje silencioso en el que las señoritas indicaban a su amantes en qué estado sentimental se encontraban en ese momento? A principios del siglo XVII la utilización de estos lunares servía exclusivamente a las damas para disimular las cicatrices que dejaba la viruela en el rostro. Pero poco a poco estos falsos nevus, también conocidos como mouchés (moscas) o grains de beautè, se fueron alejando de su uso original y se pusieron de moda entre las damas adineradas. Recordemos que en aquellos años era común que se utilizara una abundante capa de cosmético blanco en el rostro y se empolvara de forma gratuita las pelucas de los señoras y los caballeros, así que era de lo más elegante incluir un pequeño toque en el rostro a base de lunares hechos de pequeños trozos de tafetán o de terciopelo negro. Eran de distintas formas (estrella, corazón, punto…), e incluso se podían poner varios en la cara, y como ya he indicado antes era todo un mensaje visual en el que se decía a los jóvenes pretendientes si la dama era apasionada, discreta, celosa, ardiente… Por ejemplo si tapaba simplemente un grano se le llamaba la ladrona, o si estaba cerca del escote era la generosa (el significado aquí es obvio). Como se puede ver eran muy útiles en el campo del coqueteo y al terminar la velada o el baile se guardaban en cajas de nácar u oro en el lugar más preciado del ajuar. Estuvieron de moda desde el reinado de Luis XIII hasta los comienzos de la Revolución Francesa ya que la aparición de la vacuna contra la viruela hizo que esta costumbre decayera y desde entonces se utilizaran lunares cosméticos en sustitución a los falsos.

viernes, 8 de diciembre de 2017

LOS EXPLORADORES DE HITLER, SS-AHNENERBE - Javier Martínez-Pinna



“Ayer nuestras secciones europeas interceptaron un comunicado alemán enviado de El Cairo a Berlín. Los nazis organizaron equipos de arqueólogos en todo el mundo en busca de objetos religiosos. Es una manía de Hitler. Está obsesionado con el ocultismo”.
(Indiana Jones en busca del Arca Perdida, 1981)

Dentro de la locura que sufrió Alemania entre 1933 y 1939, uno de sus más grandes desvaríos fue crear una sociedad llamada Studiengesellschaft für Geistesurgeschichte‚ Deutsches Ahnenerbe , (o lo que es lo mismo “Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana”.  Más conocido por su última palabra (Ahnenerbe)), que buscaba por un lado el estudio y difusión de la ideología nazi, y por otro hallar las raíces arias del pueblo alemán tanto en las tierras europeas como en los lugares más lejanos del mundo. La Ahnenerbe era esencialmente una sociedad pseudocientífica en la que se amalgamaba desde las teorías nazis raciales, hasta los más absurdos mágicos con los que crear el famoso Reich de los Mil Años. Fue una sección  monopolizada por las SS y que estuvo muy influenciada por las doctrinas ocultistas de la llamada Sociedad Thule. Para conocer este mundo tan oscuro el historiador e investigador Javier Martinez-Pinna, se adentra en sus mismas raíces y nos lleva a uno de sus aspectos más curiosos de esta sociedad: la búsqueda arqueológica y mística que hicieron distintos grupos de exploración en busca de las raíces arias y de las llamadas armas de poder las cuales llevarían al Tercer Reich a la victoria final. Con todos ustedes el libro, Los exploradores de Hitler: SS-Ahnennerbe (Nowtilus, 2017).

¿Se acuerdan ustedes de aquella película de Jean-Jacques Annaud titulada Siete años en el Tíbet? Para quien no la haya visto, se trata, sobre todo en su principio, del viaje de exploración que hicieron unos alemanes al mismo Himalaya con la intención de buscar allí los orígenes raciales arios con los que demostrar al mundo que eran descendientes de una raza superior. Luego dos de ellos se escapan de la expedición y acaban viviendo durante algunos años en el mismo corazón de Potala hasta la invasión China del Tíbet. Pero quedemos con la primera parte, y tomémosla como ejemplo de la locura arqueológica nazi que no dudaba en enviar a sus pseudocientíficos a cualquier parte del mundo, ya fuera Centroeuropa, el Este de Europa, o lugares tan distantes como América del Sur o el mismo Himalaya para buscar sus orígenes. Muchos dejaron sus vidas en aquellos viajes, pero para el gerifalte Himmler nada importaba más que dar lustre a las teorías nazis. Estos viajes pueden parecer inocentes e infantilmente desatinados, pero con ello se quería justificar que los alemanes eran superiores a cualquier raza del mundo y que por eso no importaba aniquilar a medio planeta con el fin de alcanzar una raza pura de hombres y mujeres perfectos. Como se puede ver un fin de lo más siniestro.

A través de estas expediciones arqueológicas que nos describe Javier Martínez-Pinna, se observa cómo sus encargados tenían además la misión de hallar objetos de poder de distintas religiones (incluso judía, les daba igual saltarse sus retorcidos dogmas) para que Alemania además, de rebote, ganara la guerra. Se buscaron objetos como el martillo de Thor, la piedra del destino, la lanza del destino, el Santo Grial (destaca el viaje que hicieron a Montserrat), el Arca de la Alianza, la calavera del destino, la Mesa de Salomón en Toledo… cualquier arma u objeto con patina de mágico le valía al Führer para creerse el paladín de su propia cruzada. E incluso hasta se buscaron lugares míticos como la Atlántida. Y es a través de todos estos viajes como la Ahnenerbe se convirtió también en una sociedad caza tesoros que no dudaban en rapiñar cualquier cosa que se encontraran, al igual que hacían los que robaban tesoros artísticos.
Así pues Javier Martínez-Pinna nos sirve un menú de lo más variado: historia, aventuras, tesoros imposibles, ocultismo, esoterismo, cábala, magia en el Tercer Reich… Una variedad de ingredientes que no han de perderse y que les llevara por todo el orbe. Los exploradores de Hitler: SS-Ahnenerbe es uno de esos ensayos sobre la Segunda Guerra Mundial que hará las delicias de aquellos expertos en este campo, y que disfrutarán aquellos que deseen conocer una parte curiosa de la historia. ¡Que lo disfruten!