jueves, 30 de enero de 2025

LUISA CARLOTA DE BORBÓN. CRÓNICA DE UNA AMBICIÓN - Elena Ayuso

 

Al siglo XIX, a efectos históricos, se le ha etiquetado como el siglo largo. Y no es para menos ya que ¿qué país o región del planeta puede enorgullecerse de tener una centuria que comienza con una guerra de independencia, varios reinados y constituciones, pronunciamientos día sí y día también, una efímera república, alternancias políticas y que, además, culmine con el desmoronamiento de un imperio global? Pues si España durante todo el XIX tuvo, o sufrió, todas estas situaciones y más, y en ellas fueron muchas las figuras que participaron en ellas aunque algunas de forma más o menos sobresaliente. La que ahora les presento no es, para el público en general, de las más famosas (a no ser que conozcan la anécdota de las blancas manos que no ofenden) pero, casi desde las sombras, es de las que más han influido en el devenir de nuestra historia no solo pasada sino también actual. Se trata de Luisa Carlota de Borbón (1804-1844) y a pesar de haber tenido una vida breve en verdad sí supo dejar su huella en la primera mitad de ese siglo que se le motejado como largo.

Como ya he mencionado en el párrafo anterior Luisa Carlota es algo desconocida para el gran público por lo que es totalmente imperdible corregir ese olvido y para ello les recomiendo el siguiente ejemplar escrito por Elena Ayuso, titulado Luisa Carlota de Borbón. Crónica de una ambición (Nowtilus, 2025)  el cual tiene como misión poner negro sobre claro acerca de aquella que, desde detrás del trono, encauzó el curso de lo la Historia española y que, como nadie, supo desenvolverse en aquella sociedad del Romanticismo. Pero ¿quién era esta regia dama? Su nombre completo era Luisa Carlota Maria Isabella, nacida en Portici (1804) en el reino de Nápoles, hija de Francisco I de la Dos Sicilias y de María Isabel de España (hija de Carlos IV) y como se pude ver estaba destinada a ocupar una posición relevante entorno al trono hispano. En 1819 fue casada con el hermano de Fernando VII, Francisco de Paula, y desde que puso el pie en España tuvo gran ascendiente sobre el mismísimo rey con lo que pronto se convirtió en la enemiga acérrima del clan portugues, sobre todo de María Francisca de Braganza y Borbón, esposa de Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII y que al ser de ideas tramontanas pronto chocó con los sentimientos liberales de aquella fogosa napolitana.

En un principio, mientras vivió la tercera esposa de Fernando VII, María Josefa Amalia de Sajonia, Luisa Carlota y su esposo estuvieron algo relegados en el Palacio Real pero al morirse la monarca, comenzó a revelarse su verdadera pasión: el poder. Pero la que parecía que iba a allanarle el camino, su hermana María Cristina de las Dos Sicilias (1806-1878), pronto se convirtió en otra piedra en el zapato para que su hijo Francisco de Asís pudiera casarse con la futura Isabel II y así poder enraizar de forma definitiva su ambición de reinar, aunque fuera como regente. Mientras tanto llegaba el encontronazo con su hermana, se produjo uno de los hechos fundamentales con la que, en verdad, sería recordada por la Historia y que fue la sonora bofetada que le dio al ministro  Calomarde (manos blancas no ofenden…) con respecto a la abolición de la Ley Sálica, en los incidentes de la Granja mientras agonizaba el mismísimo rey Fernando. Con lo cual defendió por un lado a la futura Isabel II y a la vez, como ya he indicado antes, su propia pasión por reinar, además de ser la artífice en la sombra de oponerse al partido carlista que se organizaría tras la muerte de Fernando VII y la regencia de María Cristina en los primeros.

Como ya indiqué antes Luisa Carlota creía que con su hermana iba a conseguir sus propósitos pero pronto todo derivó en una guerra entre ellas que tuvo como consecuencia el exilio a Francia en 1838 de la enorme familia (11 hijos más esposo) y que fue acogida su tío Luis Felipe I rey de Francia. Aun así no paró quieta y desde allí quiso mover los hilos para que su esposo fuera regente decano de los infantes reales, e incluso ya de regreso a España organizar un pronunciamiento fallido. El 29 de Enero de 1844 fallece de forma misteriosa en la calle Luna de Madrid sin llegar a ver su sueño cumplido: ver a su hijo casado como rey regente de Isabel II. Está enterrada en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial en el Panteón de Infantes, panteón que curiosamente fue erigido en tiempos de su regia sobrina.

El gran trabajo que nos ofrece Elena Ayuso presenta una semblanza no solo de la figura de Luisa Carlota sino también del tiempo que le tocó vivir. Por un lado nos enseña cómo era esta mujer tan adelantada a su tiempo, tanto que, a efectos de hoy en día, se la podría considerar una influencer con respecto a temas de moda, música, qué estaba de moda y que no, que peinado se debía llevar en los bailes y en los salones o incluso hasta que era lo más chic de la cocina de aquellos años románticos. Por otro lado nos muestra cómo era la época y costumbres de entonces además de los peligrosos que eran los rincones del Palacio Real en los que la ambición, la corrupción, las excentricidades o las ansias de poder estaban a la orden del día. Un quítate tú para ponerme yo. A lo que la autora también nos muestra una mujer que no era un simple florero sino todo un espíritu fogoso, defensor de las ideas liberales frente a las carlistas defendiendo a capa y espada de forma tenaz la idea de una España abierta, adelantada y cosmopolita en contra de las ideas oscuras de Carlos María Isidro. Pero el lector que quiera adentrarse en la lectura de este ensayo, y quiera además conocer la figura de Luisa Carlota, mujer influyente y sin pelos en la lengua, ha de saber que la autora no nos presenta una simple hagiografía de una dama sin tacha, sino que también saca a la luz  los defectos que ésta tenía como el de la ambición sin límites ya mencionada o el que muchas veces se creía más culta y lista frente a otros, y, debido a esto, el desdén poco medido hacia otras personas como por ejemplo su propio marido. De todas maneras, creo, que la pieza clave del ensayo de Elena Ayuso, Luisa Carlota de Borbón. Crónica de una ambición, es sacar a la luz una de las piezas claves de nuestra historia y desempolvar el papel único que tuvo en aquellos años en donde España se jugaba su futuro.

Elena Ayuso, Luisa Carlota de Borbón. Crónica de una ambición. Madrid, Nowtilus, 2025, 246 páginas.


jueves, 9 de enero de 2025

LA ARMADA DESCONOCIDA DE JORGE JUAN - Víctor San Juan

 

Uno de las zonas más famosas de Cádiz es sin duda el Barrio del Pópulo. Además de ser un sitio ideal para tapear, también es la zona más antigua de la Tacita de Plata y en ella, si olfateamos bien la Historia podemos encontrar una serie de placas que nos hablan de un personaje un tanto olvidado dentro de nuestra propia geografía. En este barrio se encuentra la Plaza de San Juan de Dios y junto a ella la calle Pelota que conduce directamente a otra Plaza, en concreto a la de la Catedral. Pero a mitad de camino, en medio de ese cordón umbilical, nos hemos de detener frente al conocido Arco del Pópulo y observar a mano derecha una placa que reza lo siguiente: Homenaje de la ciudad de Cádiz a Jorge Juan y Antonio de Ulloa en el CCL aniversario de su partida al Virreinato de Perú para la medición del grado del meridiano. Observamos dicha inscripción y en seguida se nos viene a la cabeza la siguiente pregunta: ¿Quién era el tal Jorge Juan y el susodicho Antonio Ulloa? A lo mejor a algunos les suena el nombre de éste primero y corran a la Wikipedia a buscarlo y a otros les venga a la mente aquellos billetes de las antiguas 1000 pesetas donde aparecía vestido con su traje de capitán de navío de la armada española junto con unos círculos y unas  líneas un tanto complejas. Pues bien este buen hombre, cuyo nombre completo era Jorge Juan y Santacilia (1713 – 1773) pertenecía a una generación de marinos ilustrados que debido a su valentía y conocimientos científicos supieron modernizar la marina española del siglo XVIII. Y, si además, añadimos que esa modernización fue gracias a una increíble labor de espía que realizó en Inglaterra, acumulando datos secretos para la monarquía española que deseaba modernizar su flota, hacen de la figura de este hombre una figura de primer orden para la historiografía hispana y mundial. Así que por un lado tenemos su dimensión de marino, científico, literato y aventurero, pero, como muy bien nos señala Víctor San Juan en su obra La armada desconocida de Jorge Juan (Nowtilus, 2024), tal vez esas dimensiones han ensombrecido el hecho puntual de su labor práctica como constructor naval.

Es por ello que este ensayo sea pertinente para centrar a nuestro marino como verdadero artífice de haber construido la columna vertebral de los navíos que compitieron en igualdad de condiciones con los mitificados ingleses y franceses. Ensenada, hacia mediados del siglo XVIII, se dio cuenta del estado lamentable en que se encontraba la flota española a la vez que observaba como, por ejemplo, el enemigo inglés generaba en sus astilleros, en masa, navíos de primera línea, marineros eficientes y precisa artillería frente a los pocos y anticuados barcos que nosotros botábamos y que rápidamente eran cañoneados y hundidos al batallar contra barcos enemigos. Así pues el todopoderoso ministro encargó a Jorge Juan construir una escuadra moderna para Fernando VI y para ello delegó al  susodicho la misión de arrebatar los secretos de las técnicas de construcción de barcos a los ingleses, muy al estilo James Bond, y aplicar esos avances en beneficio propio. Y es aquí donde observamos sin lugar a dudas la dimensión práctica de Jorge Juan como constructor de barcos de la Armada española y como durante medio siglo éstos compitieron de tú a tú con cualquier enemigo.

He aquí el quiz de la cuestión en lo que respecta al trabajo de este libro: reconocer el papel esencial de Jorge Juan como iniciador de la revolución de los navíos españoles, únicos en su diseño, construidos entre 1751 y 1769, y que dicha labor estuvo algo ensombrecida por la labor, también admirable, del almirante Gaztañeta o la del maestro francés Gautier. Nos asombraremos con auténticas catedrales del mar como el Septentrión, Glorioso, Velasco, Princesa o el gigantesco Santísima Trinidad. Junto a batallas increíbles, penol a penol, como las de Cartagena de Indias, Tolón, u otras no tan buenas para la armada española (aunque igual de míticas) como la de San Vicente en 1707 o Trafalgar en 1808, o el interesante análisis de cómo fueron confeccionados esos navíos,  vibraremos con la épica de estos buques que en su germen fueron creados por el (ahora) desconocido Jorge Juan pero que en aquellos años fueron buques insignias de una escuadra española que luchaba por volver a reinar en los mares.

Buena singladura y buena lectura.

Víctor San Juan, La armada desconocida de Jorge Juan. Madrid, Nowtilus, 2024, 277 páginas.