miércoles, 3 de agosto de 2011

LOS PICACHOS ESTÁN DESPEJADOS



Uno de los personajes más olvidados en la historia de España es Torcuato Fernández Miranda. Sin embargo, es una de las piezas claves en la transición de España de un régimen dictatorial hacia una democracia representativa. Torcuato fue un hombre del Movimiento que creció políticamente en  el seno del mismo llegando a ser Ministro y Vicepresidente del Gobierno en el ejecutivo presidido por el Almirante Carrero Blanco. Este crecimiento político se produjo por méritos, sin deberle favores a nadie, sin unirse a una u otra familia del franquismo. Era un hombre independiente, pero un hombre del Movimiento. Esto le generó muchos enemigos, tanto dentro como fuera del Régimen. Fue profesor de Derecho Político del entonces Príncipe y futuro Rey de España. Esta ascendencia sobre Juan Carlos de Borbón también le generó la antipatía de quienes eran sus “camaradas”.
El 20 de diciembre de 1973 se produjo un atentado de la banda terrorista ETA en la que volaron el coche presidencial (… y voló, voló, Carrero voló). Fernández Miranda asumió la Presidencia del Gobierno en Funciones. Fue quien comunicó a la nación que había sido un atentado y no una explosión de gas en contra de los deseos de Franco que quería que se mantuviera la hipótesis del accidente para no alarmar a la población. Todo hacía que fuera el principal candidato para sustituir a Carrero. Además de sus méritos estaba la conciencia jerárquica que presidía la mentalidad militar de Franco. El propio Miranda también lo creía.
Sin embargo, en la mente del General se cocía otra cosa. Alguien le preguntó sobre el tema y le respondió con un enigmático Tenemos tres candidatos y medio. Estos tres candidatos eran Alejandro Rodríguez de Valcárcel, presidente del Consejo del Reino y de las Cortes; José Antonio Girón de Velasco, consejero del Reino y falangista de la primera hora; Pedro Nieto Antúnez, almirante; Carlos Arias Navarro, ministro de la Gobernación. Este era el medio candidato puesto que era el responsable de la seguridad de Carrero. Torcuato estaba descartado. Al final, tras intrigas palaciegas en El Pardo, el elegido fue Arias Navarro. Cuando a Franco se le preguntó el porqué de no haber elegido a Fernández Miranda respondió: Es muy inteligente, pero tiene muchos enemigos. El propio Torcuato tuvo conciencia de que no iba a ser elegido cuando en un despacho rutinario con el General, éste le dijo: Miranda, usted y yo tenemos que ayudar mucho al nuevo Presidente. Aquello no le sentó muy bien y lo hizo patente el día en que transfería sus poderes de Presidente en funciones a Arias. Su discurso fue el siguiente:
"Se ha dicho que soy hombre frío. Lo que sucede es que soy asturiano, y los asturianos tenemos cierto miedo al corazón y al sol. Los asturianos sabemos que a la caída de la tarde las nieblas y las nubes surgirán de las entrañas de la tierra o desde la impasión de la mar .Hay quien dice que entre la densa niebla cabalgan las brujas. Sólo los altos picachos, cubiertos de nieve erguidos logran librarse de las nieblas y no siempre. Desde mi corazón quiero hoy en este acto de relevo reafirmar mis fidelidades esenciales, afirmo mi lealtad basada en la fidelidad al príncipe de España, expresión perfecta del limpio y claro futuro de nuestra patria. No termino, continúo un nuevo caminar político al servicio del pueblo.
Arriba España."
Era una referencia directa a Franco, dejando claro que se estaba dejando influir y que su raciocinio se nublaba. Nadie se dio cuenta de ello, pero el aludido sí y en el despacho de despedida con Torcuato le dijo antes de despedirse: Ah, Miranda, y los picachos siguen despejados. Mientras decía esto movía su mano por delante de sus ojos dando a entender que seguía en plena forma.
El tiempo le dio la razón a Torcuato.
Por: José Antonio