Seguro que al ver el título les ha venido a la mente nevadas cumbres, atléticos esquiadores, profundos valles verdes y prístinos manantiales coronados por un impoluto cielo azul. Pero la realidad es algo distinta a como se la imaginan ustedes. Se trata de una de las pocas radios no afines a las ideologías franquistas que se oía en España desde 1941 hasta 1977. Claro está, que la persona que tuviera ganas de salirse un poco de la norma debía escucharla con las orejas apoyadas en el altavoz para que no les oyeran los vecinos y se significara ante las autoridades.
Los valientes que se atrevían a marcar con una rayita casi invisible el dial de la radio clandestina creían que esta cadena de radio llamada Radio España Independiente emitía desde un lugar oculto en los Pirineos. En realidad se trataba de la emisora de radio del Partido Comunista que ofrecía sus programas desde lugares tan lejanos como Moscú, y a partir de 1955 más cerca como por ejemplo Bucarest o Rumania. Todos países que se encontraban tras el Telón de Hierro en la órbita comunista. En 1977, justamente un 14 de Julio, dejó de emitir después de radiar ya en Madrid la primera sesión de Cortes Constituyentes. Mucho tiempo había pasado desde que aquel año de 1941 se oyeran en los oídos de los ocultos republicanos una voz lejana diciendo: Aquí Radio España Independiente, estación Pirenaica, la única emisora sin censura de Franco… Coletilla con la que siempre comenzaban sus emisiones y que a pesar de las interferencias siempre estuvo para dar consuelo a las personas que creían en una España diferente.
Como se vera, vivir alejado del ala franquista era bastante duro y escuchar radios clandestinas era todo un deporte de riesgo. Para los amantes de las emociones fuertes hay que constar que existían también otras dos radios perseguidas por el Régimen: la BBC que se emitía en español y Radio Francia Internacional. Dos marquitas más a añadir en el sufrido aparato de entretenimiento para unos y de la esperanza para otros.
Fuente: De la alpargata al Seiscientos, de Juan Eslava Galán