Es bien sabido por todos que Antonio Machado, naufrago de la Guerra Civil española, murió exiliado el 22 de Febrero de 1939 en un pueblecito francés llamado Colliure. Que mucha gente afecta al poeta, que también había sido expulsada de España, acudió a su entierro y que incluso, días después, el sepulturero del cementerio oyó música cerca de la lápida del escritor descubriendo con asombro que era un violonchelista llamado Pau Casals, que con gran emoción le tributaba homenaje rasgando la melodía del Cant dels ocells.
Pero pocas personas saben que nuestro insigne poeta, después de muerto ha seguido recibiendo correspondencia de todas partes del mundo. Parece ser que todo empezó justamente cuando Antonio Machado y su madre Ana Ruiz, en 1958 ya pudieron gozar de tumba propia, abandonando la provisional que le habían cedido al morir. Poco a poco empezaron a aparecer encima de la lápida algunos escritos sobre la tumba pidiéndole favores y preces laicas. Como el descanso eterno del poeta se estaba llenando de estos escritos, en 1983, la localidad de Colliure decidió alojar un buzón al lado de la tumba para evitar que las cartas se perdieran, ya que son cientos las que llegan todos los años.
Año tras año el buzón de Machado ha funcionado gracias a la acción voluntaria de personas buenas y desinteresadas, hallándose en él, cuando vacían las sacas, todo tipo de escritos en diferentes formatos, desde las típicas cartas hasta los soportes más variopintos como por ejemplo piedras, libros, servilletas, recibos, kleenex, partituras, folletos, facturas, entradas, papel higiénico, hojas secas o papel de fumar... demostrando que pocas personas pueden vanagloriarse de recibir tanto amor impreso en los tiempos informáticos que vivimos .