Es uno de los personajes de ficción más queridos en España, pero a la vez desconocido para gran parte de la juventud actual. La madre literaria de este trasto de niña fue Encarnación Aragoneses de Urquijo (1886) la cual se parece mucho en la forma de ser de su querido personaje. En 1908, cuando contaba 20 años se casó con Eusebio de Gorbea, el cual era militar republicano impregnándose muy pronto ella de sus ideas. Era una mujer de ideas avanzadas que muy pronto comenzó a frecuentar los círculos culturales más afamados del momento como por ejemplo el Lyceum Club de Madrid, en donde fue miembro destacado desde 1926, y la Residencia de Señoritas, fundada por Maria de Maeztu.
Allí conoció a celebridades tan importantes como Victoria Kent, Zenobia Camprubí, mujer de Juan Ramón Jiménez, y sobre todo a la escritora socialista María Lejarrega. Esta última fue clave en la carrera de Encarnación pues pronto se dio cuenta del potencial que tenían las historias que ella les mostraba en las reuniones animándola a escribir en el suplemento infantil Gente Menuda que estaba incluido en el semanario Blanco y Negro. Como primera historia publicó un pequeño cuento titulado Celia sueña en la noche de reyes, bajo el seudónimo de Elena Fortún. El éxito fue inmediato, fulminante. Esto provocó que un avispado editor, con gran visión de futuro, Manuel Aguilar propusiera a la escritora hacer un libro recopilatorio con todas las historias aparecidas en Gente Menuda. Así nació Celia, lo que dice (1929) a la que muy pronto siguió, Celia en el colegio (1932) Es en este momento cuando se convirtió en un personaje muy queridos por todos, niños y mayores, llegándole a enviar cartas a la autora preguntándole por la salud de Celia.
Pero ¿quién era esta niña que a todo el mundo encandilaba? Su verdadero nombre era Celia Gálvez Montalbán y tenía como señas propias su dorado pelo rizado y una gracia difícil de encontrar en los niños de ahora. Aunque vivía en la calle Serrano y tenía una institutriz inglesa, era bastante crítica con muchas cosas que no comprendía del mundo de los mayores, como la importancia que algunas personas le daban a la Iglesia o la situación de las mujeres sometidas a los hombres. Es por ello que a algunas autoridades no les cayera bien la figura de Celia como por ejemplo a la misma Iglesia que venía a decir que era un personaje que manchaba la virtud de los más pequeños.
Cuando parecía que la carrera de Elena iba viento en popa, llegó la Guerra Civil. El conflicto bélico la rompió en dos el alma al igual que su familia se escindió en dos bandos irreconciliables. Aunque escribió durante la guerra un libro sobre recetas para tiempos de escasez, tuvo que exiliarse con su marido a Europa, y al comenzar la Segunda Guerra Mundial a Buenos Aires donde consiguió trabajar como bibliotecaria. En 1948 volvió a España para buscar el perdón por el pasado republicano de su marido, pero la soledad pudo con él ya que se suicido mientras ella estaba en Madrid. Al no tener nada que le ligara a España se exilió de nuevo y viajó a Estados Unidos donde vivía un hijo suyo. Con el tiempo vuelve y muere en Madrid en 1952, con 66 años.
Ya por aquella época las historias de la traviesa Celia empiezan a flojear en ventas, y pasado algo de tiempo parecen olvidarse. En 1992 el director de cine José Luis Borau y la escritora Carmen Martín Gaite rescatan del olvido las historias de Elena y las llevan a la pequeña pantalla. Celia vuelve a ver la luz y esperamos que siga quedándose entre nosotros y nos haga ver lo maravilloso de nuestra infancia desde un punto de vista lúcido a la vez que sentimental.
(Monumento a Elena Fortún en la Parque del Oeste (Madrid))