Este honor le corresponde a monsieur Richebourg (1768 – 1868) quien con sus 58 centímetros de altura se le puede considerar el confidente más diminuto de la Historia. Cuando era joven había trabajado como sirviente en la noble casa de Orleáns pero su situación cambió a los 21 años ya que fue captado por una facción revolucionaria para que espiara a sus señores y así poderles llevar información vital para en un futuro derrocar a la monarquía. El método para sacar la información era el siguiente: nuestro pequeño espía se rapaba la cabeza, se ponía trajecillos infantiles y se metía dentro de un coche de bebe con un chupete en la boca. Una anciana, que se hacía pasar por la niñera, lo sacaba de la casa y se ocupaba de pasearlo por París hasta llegar a su destino donde le esperaba una persona a la que debía pasar el mensaje.
Pero Richebourg no solo servía para llevar noticias de un lado a otro sino que también podía recoger información vital en otros lugares de la ciudad. Para ello la falsa niñera acercaba el carrito de bebe cerca de palacio, y lo ponía al lado de los guardias u oficiales y con la excusa de que tenía un recado urgente que hacer les dejaba el cochecito advirtiéndoles previamente que no destaparan al bebe pues estaba algo enfermo y no debía constiparse. Así pues Richebourg se podía quedar allí oyendo todo lo que decían los soldados del gobierno, ignorantes éstos de que estaban siendo escuchados por el espía más pequeño del mundo.