Normalmente los Habsburgo españoles solían buscar esposa dentro de su propia familia y en concreto en su rama austriaca. El proceso de elección era lento y delicado pues ambas partes buscaban siempre un mayor beneficio político y territorial para su familia. Pero en el caso de Felipe III no fueron las maniobras de palacio, ni los oxidados engranajes diplomáticos quienes le consiguieron esposa sino que fue el azar el que le eligió compañera. Cuando su padre Felipe II hubo de casarle existían en ese momento tres candidatas, así que ante las dudas el futuro Felipe III prefirió dejar que su padre eligiera sin impórtale cual fuera la afortunada. Pero entonces la hermana del novio, Isabel Clara Eugenia, pensó que lo más juicioso era que la suerte dijera quién sería la esposa de su hermano. Pero esta idea no le hizo gracia a Felipe II quien eligió para su hijo a la archiduquesa Catalina. Y es aquí donde entra el azar pues justamente cuando estaban a punto de aceptarse las condiciones entre ambas familias ésta y su hermana murieron, quedando solamente una candidata, Margarita, la cual fue la que se casó con el joven Felipe en 1599.