Todos los exploradores están buscando algo
que han perdido. Rara vez es que lo encuentra, y más raro todavía que el logro
les trae más felicidad que la búsqueda. (Arthur Clarke)
El ser humano se
ha acostumbrado a viajar. Desde el principio de los tiempos, desde que el
hombre habita la tierra ha sentido la necesidad de saber qué hay más allá del
horizonte y que distintas formas de vida existen allí. Se las ha ingeniado para
ir a pie, a caballo, en distintos medios de transporte pero siempre ha tenido
un sentimiento en su propio corazón que nunca le ha abandonado: duda y
esperanza. Hoy nos parece normal ir de un lado a otro con una maleta y un
pasaje y visitar de manera tranquila las maravillas de la Tierra, con nuestra
maquina de fotos a cuestas, pero hubo momentos en que esto no era tan sencillo
ya que por distintos motivos y sin permiso alguno se podía perder la vida en
una exploración y no solo debido a las condiciones climatológicas o físicas
sino también a manos de fanáticos religiosos, celosos de que alguien espiara
sus más intimas costumbres ancestrales. Es por ello que a la duda que tenía el
viajero ancestral se le añada un nuevo motivo para ir de incógnito a lugares
prohibidos: el misterio. De este tipo de exploraciones ha habido ingente copia
a lo largo de la historia, convirtiéndose muchas en odiseas épicas igual o
superiores a las oficiales de renombre internacional. Pero del mismo modo,
aunque este tipo de viajes han existido para la gran mayoría del público éstos
han pasado desapercibidos, así que estamos de enhorabuena al saber que el
escritor Fernando Ballano (licenciado en Psicología y Máster en Historia
Contemporánea. Es autor de varias guías de viaje y colabora habitualmente con
medios de comunicación especializados en viajes e Historia. Actualmente trabaja
como profesor de enseñanza secundaria) haya resucitado todas estas gestas en
dos obras que considero no solo complementarias sino que también esenciales: Exploraciones secretas en África, y Exploraciones secretas en Asia. (Leer más)
En el primer
volumen, Exploraciones secretas en África,
Fernando Ballano se ocupa de homenajear a aquellos exploradores, viajeros o espías
que por cuenta propia debido a su inquietud, o por cuenta ajena debido a
intereses estatales, decidieron recorrer el vasto continente africano para dar
a conocer sus más intrincados misterios arriesgando de este modo su vida pues
si llegaban a ser cogidos debido a su condición de no creyentes podían ser
ejecutados o torturados de manera atroz. Debido a ello, exploradores que
deseaban atravesar el infinito Sahara, o adentrarse en las ciudades prohibidas
de Marruecos no dudaban en disfrazarse de mendigos, musulmanes e incluso
hacerse pasar por esclavos para enseñar a los europeos las características
propias de aquel continente fueran estos fines políticos, religiosos o
comerciales. A través de las hazañas de arriesgados viajeros como Domingo
Badia, Emilio Bonelli, Rene Caillié o Pedro Joao Baptitas, entre otros muchos,
podremos conocer como se movieron en tales inhóspitos lugares, las motivaciones
que les llevaron a recorrer el África subsahariana, las ciudades desconocidas
como Tombuctú o las penurias y peligros que sobrellevaron para saciar su hambre
de aventura.
En el segundo
volumen, Exploraciones secretas en Asia,
Fernando Ballano gira su brújula y marca un nuevo rumbo a esta raza de
aventureros “ilegales” que tan poco merecimiento tuvieron en su tiempo. Nos
adentramos en la extensa Asia, hogar de múltiples paisajes y religiones. Desde
los comienzos de la historia el hombre se ha desplazado entre continentes, en
este caso el europeo y el asiático sin ningún problema, a veces con algún
susto, pero sin limitaciones. Aun así existe fechas esenciales en la Historia
Universal que movieron en alguna ocasión que los viajeros fueran a Asía de incógnito:
el tiempo de las cruzadas y sobre todo la caída de Constantinopla en 1453, que
sellaría con fuerte cerrojo el paso de europeos más allá de Egipto y de la Península
Arábiga. He aquí el aliciente que necesitaron aquellos exploradores que
quisieron ir más allá de estos lugares: la aventura. Al igual que sus
compañeros africanos éstos necesitaron de toda su pericia para adentrarse en
sitios tan prohibidos como La Meca, Lhasa, los centros sagrados del Tibet, las
ardientes arenas de Afganistan o tocar con sus propias manos las puertas de la
mítica Ciudad Prohibida. Además de Badia aquí refulgen con brillo propio
nombres como el del incansable viajero Richard Francis Burton quien no dudaba
en convertirse en uno más y conocer sus costumbres, o por ejemplo el del famoso
Lawrence de Arabia quien gracias a su gesta en la Península Arábiga no solo
sació en parte su sed se aventuras sino que también ayudó al ejercito inglés
durante la Primera Guerra Mundial.
Como he indicado
anteriormente Exploraciones secretas en
África, y Exploraciones secretas en
Asia son dos libros esenciales dentro de la historiografía que existe
entorno al tema de los viajes pues es la primera vez que un autor reúne en dos volúmenes
este tipo de información y, en el caso de España, habla de una serie de
exploradores que eran totalmente desconocidos en el ámbito hispánico. Con una
prosa clara, evocadora y muy directa Fernando Ballano nos atrae a un mundo difícil
de sustraerse pues el lector se sentirá atrapado entre ardientes arenas
africanas siguiendo huellas perdidas en pos de una ciudad, o helado en busca de
los secretos del Tibet. Además ambos volúmenes están debidamente enriquecidos
con ilustraciones propias de la época o mapas e itinerarios para que cualquier
persona que se acerque a estos dos impresionantes ensayos no se pierda un ápice
de la gran epopeya de aquellos exploradores “secretos”.