También los científicos
españoles han contribuido ha llenar de símbolos la Tabla Periódica de elementos.
Algunas de las letras que aparecen en algunos cuadraditos tienen ascendente hispano. Por
orden cronológico serían las siguientes:
En 1748, el
químico Antonio de Ulloa descubrió en una expedición a las minas de Colombia y
Perú un material blanco grisáceo, algo pesado, maleable a la vez que dúctil que
por el parecido que tenía con la plata lo llamó Platino (Pt). Actualmente se
utiliza en joyería, equipamiento de laboratorio, empastes y sobre todo
catalizadores de automóviles.
Nos hemos de
remontar de nuevo al siglo XVIII, a 1783, cuando dos hermanos de Logroño,
Fausto y Juan José Elhuyar descubrieron un material muy escaso en la corteza terrestre:
el Wolframio (W). Este material gris, duro y denso tuvo una importancia
fundamental durante la Segunda Guerra Mundial, ya que muchas de las armas que
se fabricaban tenían a este elemento como base fundamental. A pesar de ello,
existieron algunos libros científicos que opinaban en cambio que el
descubrimiento del wolframio se debía al profesor Scheele, aunque pasado un
tiempo él mismo envió una carta a los hermanos Elhuyar diciéndoles que ellos
eran los verdaderos descubridores de este elemento.
Y finalmente en
el siglo XIX, Andrés Manuel del Río también quiso poner una pica en la tabla periódica.
Al principio el quiso llamarlo Eritronio, pero como buen español al que le
gustan las suecas se decanto por una diosa escandinava, Vanadis, llamando finalmente
a su descubrimiento como Vanadio. Aunque al principio la comunidad científica
internacional no le reconoció el hallazgo (cómo no) por considerar al vanadio
como una versión impura del cromo, actualmente ha conseguido entrar en la lista
de elementos oficiales, precisamente con el numero químico 23 y la sigla V…. de
vendetta.