En Nueva York,
en el número 15 de la Avenida Vanderbilt, entre las calle 42 y Park Avenue se
encuentra la Grand Central Terminal o Grand Central Station. Además de ser la
estación de ferrocarril de la ciudad también es una auténtica maravilla arquitectónica
efectuada a la limón por dos despachos de arquitectos, Reed and Sterm y Warren
and Wetmore. Comenzó a construirse en 1903 y se tardó alrededor de diez años en
terminar la obra, en 1913 costando al erario público unos 80 millones de dólares
(de la época). En la actualidad existen tiene 123 vías y el volumen de personas
que pasean por su bello vestíbulo se calcula en unas setecientas mil al día.
Cuando visiten la ciudad no hay que olvidar ir allí pues gozaran con, por
ejemplo, la impresionante fachada Sur esculpida por el escultor francés Coutan;
el precioso reloj de Tiffanys de casi cuatro metros de diámetro; o la
espectacular joya modernista del techo del Oyster Bar, una impresionante bóveda
efectuada por el valenciano Guastavino.
Pero una de las
cosas que más llama la atención de esta Estación Central es el techo del Hall
Vanderbilt que decora el interior del vestíbulo. Se le llama así debido a que
los Vanderbilt son los propietarios del edificio. El techo está decorado con
una pintura de 1.100 metros cuadrados, obra del francés Paul Cesar Helleu que
representa las constelaciones en plena noche. Lo curioso es que no hace mucho un
grupo astrofísicos hizo un estudio este impresionante techo y llegaron a la conclusión de que todas las constelaciones
están colocadas al revés, concluyendo que el pintor galo no tenía mucha idea de
estrellas y como estaban repartidas en el cielo. Pero, como parece que el mismo
edificio se defiende solo, rápidamente la familia Vanderbilt comunicó que el
pintor lo había hecho adrede a petición de sus antepasados los cuales quisieron
que se colocaran de esta forma ya que representa la visión que tiene Dios de
las constelaciones desde su trono más allá de los cielos.