Muchas veces durante los
conflicto armados se producen hechos insólitos e irrisorios. Uno de esos
momentos chuscos se produjo durante la Guerra de Secesión Estadounidense (1861
– 1865) en un enfrentamiento llamado La Batalla de las Bolas de Nieve. Ocurrió
en Diciembre de 1862 después de que las fuerzas confederadas del general Lee
ganaran la Batalla de Fredericsburg al incompetente general norteño Burnside. Después
de la victoria las fuerzas de Lee acamparon cerca del río Rappahannock para
pasar unos días de descanso. Pero allí les pillo una gran nevada dejando el
campamento lleno de nieve imposibilitando cualquier distracción o ejercicio
físico y militar. Pasaron los días y la rutina provocaba continuas peleas y
discusiones que mermaban a pasos agigantados la moral de la tropa.
Es por ello que el general Lee
decidió aprovechar el espeso manto de nieve para entretener a sus tropas.
Dispuso a sus soldados en dos bandos, al igual que si fueran a la batalla, con
fanfarrias y caballería pero quitándoles los fusiles y las bayonetas. La única
munición permitida serían bolas de nieve. Al principio la batalla fue muy
divertida pero al rato muchos empezaron a tomárselo demasiado en serio llegando
a la pelea cuerpo a cuerpo, y de esta manera aprovechar para solventar antiguas
rencillas. Aunque no hubo muertos el parte final de la batalla indica que, además
de huesos rotos, y algún que otro ojo amoratado, la enfermería estuvo llena de
soldados malheridos durante los días siguientes.