Ya hace tiempo
escribí una historia sobre el lado oculto y mistérico de Felipe II, ese ser
híbrido entre caballero defensor de la fe católica a ultranza y por otro gran
aficionado a la alquimia, las reliquias de santos, las sectas heréticas o la
astrología. Y es en este punto donde quisiera centrarme. Parece ser que le gustaba
rodearse de astrólogos y alquimistas y que también les solicitó en más de una ocasión
a lo largo de su vida que le hicieran algún horóscopo. Uno de los más famosos
fue el que le hizo John Dee cuando el monarca se encontraba en Inglaterra junto
a su tía María Tudor. Le gustó tanto que como recompensa le regaló un espejo de
obsidiana negra (utilizada para invocar a los demonios) procedente de América, y
que actualmente se encuentra en el Museo Británico. Pero entre todos ellos
destaca el que le elaboró el doctor Matías Haco llamado Prognosticon. Se conserva integro en la Biblioteca del Monasterio
de San Lorenzo El Escorial. Era tan detallado y preciso que Felipe II, Señor de Dos Mundos, lo utilizaba como
libro de cabecera siendo raro el día que no lo consultaba por algún asunto de
estado.