¿Sabías que la línea
de ferrocarril más pequeña del mundo se encuentra en el Estado del Vaticano?
Pues, sí, aunque parezca mentira mide en total 900 metros y solamente tiene una
estación decorada con bellos mármoles de color rosa, verde y amarillo. Fue un
regalo del dictador Benito Mussolini y durante el papado de Pío XI se llegó a
un acuerdo con la Republica de Italia por la que se unían las vías de los dos estados
y así, de esta manera, poder recibir viajeros y obtener mercancías necesarias.
En 1953 ambos países llegaron a otro pacto, siendo este último de lo más
curioso: cuando el tren vaticano atraviesa las grandes puertas de bronce que
sirven de frontera y entra en el país vecino, la línea de ferrocarril italiana
está obligada a dar preferencia a la máquina vaticana, además de tener siempre
disponibles vagones especiales para cuando el Papa decide recorrer la península
itálica.