El 1 de Septiembre
de 1991 Uzbekistán se independizó de la Unión Soviética. Desde ese primer
momento intentó olvidar su pasado reciente sustituyendo los antiguos símbolos
comunistas por otros de carácter nacional, alzando, por ejemplo, estatuas de Tamerlán,
el último gran conquistador mongol y héroe nacional del país, por toda su
geografía. Pero lo que a nosotros más nos debería llamar la atención no es este
hecho en sí, normal en cualquier estado que haya estado sometido otro, sino en
la aparición de ciertos nombres que no pegan mucho allí. Me explico: si viajan ustedes
a la bella ciudad de Samarcanda se encontrarán con un barrio que se llama Madrid, y con calles con nombres
españoles, como la que conduce al Gur Emir, o mausoleo del susodicho Tamerlán,
llamada calle de Ruy González de Clavijo.
Ante esta primera sorpresa no queda sino preguntarnos ¿quién era este González
de Clavijo para que le pusieran una calle en un lugar tan alejado de España?
Este buen hombre era oriundo de Madrid y mientras estaba a las órdenes del rey
Enrique III de Castilla fue designado embajador en el remoto reino de Tamerlán con
el fin de conseguir una alianza contra los turcos. Entonces no era como ahora que hubiera cogido
un avión y se hubiera presentado allí en unas horas. González de Clavijo tardó
tres años en llegar. Según parece el gran conquistador mongol y el embajador hicieron
buenas migas, y tan complacido quedó con éste que quiso honrarle poniendo a un
barrio de Samarcanda el nombre de la localidad de nacimiento del español. Es
decir, Madrid. Y de la misma manera González de Clavijo quedó tan encantado con
esta aventura que nada más volver a España quiso plasmar la belleza de
Uzbekistán en una crónica titulada Embajada
a Tamerlán.
Mapa del viaje de Ruy González de Clavijo a
Samarcanda (1403 -1406):