María Luisa de
Parma (1751 – 1818) ha sido una de las reinas menos queridas de la Historia de
España debido sobre todo a un buen número de rumores que han existido alrededor
de su persona, como su tendencia a la vanidad, su gusto por los hombres (recordemos el supuesto affaire que tuvo con Godoy), y, sobre
todo, su mal carácter. Existe una
anécdota que lo ejemplifica de manera magistral: cuando apenas tenía doce años
ya se había acordado su matrimonio con el entonces príncipe de Asturias y
futuro rey Carlos IV. Un día estaba hablando con el hermano de éste, Fernando,
que también sería con el tiempo duque de Parma, y le exigió que le rindiera
honores de reina: “Debes aprender a respetarme porque seré reina de España,
mientras que tú no pasarás de duque de Parma”. Fernando, sin mediar palabra, le
asestó un sonoro bofetón y acto seguido, con una sonrisa en la cara, le
contestó: “Pues seré el único duque que haya abofeteado a una reina”.