El día de la batalla
de Lepanto (7 de Octubre de 1571) Miguel de Cervantes Saavedra, futuro escritor
de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha (1605 y 1615), se levantó con
unas fiebres muy altas. Pero a pesar de ello esta circunstancia no le impidió
acudir a su puesto en la galera La
Marquesa para defender la chalupa que estaba alojada en la parte inferior de
popa. Aunque al principio el capitán Diego de Urbina le ordenó que volviera a
bajar a descansar, el soldado Cervantes le prometió que ningún turco infiel tomaría
aquella chalupa. Y tanto arrojo demostró durante el combate que a causa de ello
recibió tres disparos de arcabuz, dos en el pecho y uno en la mano izquierda, siendo
éste último el más terrible pues el plomo candente le seccionó un nervio
produciendo la total perdida de movilidad de aquel miembro.
Después de unos
meses en el hospital Cervantes quedo imposibilitado para utilizar esta mano,
quedando eternamente caída a su costado. Aunque nunca se la amputaron. Llama la
atención que debido a esta condición, tiempo después muchos comenzaran a
llamarle el manco de Lepanto. Según
parece algunas personas corrieron el rumor de que un soldado mahometano le
había cortado parte del brazo izquierdo con un hacha. E incluso han existido
grabados en los que el insigne escritor aparece con este brazo seccionado. Pero
claro está, esta leyenda urbana es falsa pues Cervantes siempre conservó,
aunque mustio, su brazo y mano izquierda junto a él. Recuérdese las palabras
que aparecen en su obra Viaje al Parnaso,
en las que nos habla meramente de la pérdida de movimiento sufrido durante
aquella batalla que consideraba como la
más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los
venidero: "Bien sé que en la naval dura palestra / perdiste el
movimiento de la mano / izquierda, para gloria de la diestra”