Aunque los ejércitos
de la Unión ganaron a los confederados
del sur en la Guerra de Secesión (1861-1865), en los primeros años de la
contienda fueron los sudistas quienes alcanzaron una victoria tras otra y estuvieron
a punto de ganar el conflicto. Pero cuando las cosas se estaban poniendo más difícil
para sus enemigos, en sus filas apareció la figura un militar retirado que
meramente había estado al frente de un regimiento de voluntarios: Ulysses S. Grant.
A partir de entonces la guerra empezó a cambiar y por ello el presidente de los
Estados Unidos de América, Abraham Lincoln, siempre le ponía de ejemplo delante
de sus otros generales. Así que es normal que alguno de ellos se tomara a mal
estas charlas por lo que comenzaron a difundir rumores malintencionados sobre
la persona del general Grant. Un día, aquellos envidiosos enviaron a un
mensajero a decirle al Presidente que su general preferido era un borracho que
se pasaba los días bebiendo y fumando puros, y que incluso a veces durante los
combates perdía el conocimiento como consecuencia de todo el alcohol que había
ingerido. Lincoln le preguntó al mensajero: “¿Podría usted decirme qué es lo
que bebe el general Grant?”. “Señor, el general bebe mucho whisky”. Lincoln,
que no estaba satisfecho con la respuesta volvió a preguntarle: “¿Qué clase de
whisky?”. A lo que respondió el mensajero: “Americano, señor Presidente”. “Pero
¿qué marca?”. Su interlocutor, no sabiendo que responder le confesó al final: “Señor,
la marca no la conocemos, pero si quiere nos enteraremos”. Lincoln, levantándose
del asiento, se acercó al muchacho y tendiéndole la mano le contestó con una
sonrisa: “Háganlo, y cuando la encuentren tráiganme cien botellas, porque
quiero obsequiar con ellas a mis generales, a ver si sabiendo lo mismo que
Grant, son capaces de ganar las mismas batallas que bebe mi buen amigo Ulysses”.
Como diría Peter Griffin ¡Zas, en toda la boca!