Desgraciadamente
las guerras, ese mal que persigue a la humanidad desde su nacimiento, suelen
generar muerte y destrucción por doquier. De ellas no se recogen más que
lágrimas y soledades, pero hay veces que durante los conflictos bélicos suelen generarse
cosas positivas. Ya les hablé una vez del origen de la mahonesa, o mayonesa,
depende de cómo lo pronuncien, y hoy les quiero hablar de otra receta
gastronómica nacida entre el olor a pólvora y el ruido metálico de sables desenvainados.
Se trata del consomé. Para conocer su historia hemos de retroceder a los albores
de la Guerra de Independencia Española (1808 – 1814). Cuando las tropas del
general Junot se preparaban para invadir Portugal, sus soldados penetraron en
el Monasterio de Alcántara (Cáceres) y lo desvalijaron. Los libros que había en
la biblioteca del monasterio los utilizaron para hacer cartuchos de fusiles,
pero uno de aquellos soldados encontró por casualidad un recetario de cocina,
el cual traía distintas recetas de aquella comarca extremeña, destacando sobre
todas ellas un caldo llamado consumado.
El susodicho milite se lo entregó a su general, y éste al comprobar la
importancia de este descubrimiento, se lo envió a su esposa Laura quien rápidamente
lo difundió por todo París. Los chefs de la ciudad pronto se dieron cuenta que
aquel consumado se parecía bastante a una antigua receta francesa llamada consommé, la cual consistía en un fuerte
caldo de carne. Así pues aquellos cocineros hicieron suya esta receta bautizándola
oficialmente consommé, y pasando a
conocerse en España como consomé.