La Iglesia Católica
considera Doctor de la Iglesia a aquellos santos que por su erudición y sabiduría
han ensalzado los preceptos básicos de la cristiandad. Si se observa la lista
de venerables santos casi todos son varones y pocas las mujeres elegidas. Y
dentro de ellas llama también la atención que la primera a la que se le otorgó
dicho título fue a Santa Teresa de Jesús. La pía abulense inauguró dicho
ranking para las mujeres aunque, hay que decirlo, a pesar de las reticencias de
algunos sectores del Vaticano, incluido el Santo Padre. Santa Teresa fue
beatificada por el Papa Paulo V en 1614, y no fue hasta principios del siglo XX
cuando se pensó en convertirla en Doctora de la Iglesia, pero fue otro papa Pio
XI quien negó a la española este título al decir lo siguiente: “Obstat sexus”
(el sexo lo impide). Pero no fue hasta 1970 cuando Pablo VI proclamó que Santa Teresa de Jesús era verdaderamente Doctora de la Iglesia Universal.
Pero en su contra, no hay que olvidarlo, este Santo Padre lo hizo a
regañadientes. Esta decisión le escocía bastante y fue en la misma homilía del
nombramiento cuando no se pudo contener y dijo lo consiguiente:
“Hay que notar
que Santa Teresa de Ávila es la primera mujer a quien la Iglesia confiere el
título de doctora; y esto no sin recordar las severas palabras de San Pablo: “Las
mujeres cállense en las iglesias” (1 Cor. 14,34); lo cual quiere decir todavía
hoy que la mujer no está destinada a tener en la Iglesia funciones jerárquicas
de magisterio y de ministerio…”
En verdad feas
palabras provenientes de la persona que es el Vicario de Dios en la Tierra. Aun
así, tuvo que tragar con esta decisión y concederle a la santa española el
merito que tanto tiempo había estado esperando. Detrás de ella llegaron otras
doctoras demostrando con ello que las mujeres no son un elemento decorativo ni
menor en la religión cristiana.