El 28 de Agosto
de 1565 el conquistador y explorador español Pedro Menéndez de Avilés (1519 –
1574) fundó en la zona de Florida el asentamiento de San Agustín, el cual se
convertiría desde ese momento en la ciudad estadounidense más antigua de origen
europeo que a día de hoy sigue habitándose. En un principio este asentamiento
no se consideraba una avanzadilla para colonizar sino como un mero bastión
defensivo para rechazar los ataques de los piratas que estaban sufriendo las posesiones
españolas. Pero en 1687 ocurrió algo que transformaría esa idea inicial. En esa
fecha llegaron a San Agustín 11 esclavos negros que habían huido de las
colonias inglesas, y nada que más llegar a sus puertas pidieron asilo a las
autoridades españolas. Éstas se lo concedieron siempre y cuando se bautizaran y
ayudaran a terminar de construir el Castillo de San Marcos, que en esos
momentos se estaba edificando.
Y lo que pudo
convertirse en una mera anécdota pronto se convirtió en todo un efecto llamada,
pues de la noche a la maña muchos esclavos fugitivos fueron llegando a San
Agustín. Además, este boca a boca se vio favorecido por las nuevas leyes que había
promulgado el rey Carlos II en 1693 en las cuales especificaba que cualquier
esclavo fugitivo que llegara a Florida sería liberado siempre y cuando
cumpliera dos condiciones esenciales: convertirse al catolicismo (al igual que
habían hecho sus predecesores) y cumplir cuatro años de servicio militar a la
corona española. Y, claro, después de lo que habían pasado los pobres en las
duras plantaciones, este requisito era un mero trámite con el que conseguir la
libertad.
Así, de esta
manera, el complejo de San Agustín fue creciendo, y por ello en 1738 el
gobernador de la Florida, Manuel de Montiano, no dudó un momento en abrir una
sucursal tres kilómetros al norte llamado Gracia Real de Santa Teresa de Mosé
(Fort Mosé) el cual se convertiría en el
primer asentamiento legal de negros en Estados Unidos. Allí convivían unas
cien personas de distintas procedencia: O bien se trataba de esclavos nacidos
en África y que luego habían sido llevados a América contra su voluntad; o bien
eran los hijos y descendientes de éstos. Al frente de este nuevo asentamiento
se puso a un liberto como gobernador, Francisco Menéndez, el cual tenía la
misión de fortalecer el lugar para que fuera esencialmente un bastión defensivo
para repeler los ataques de los ingleses. Y desgraciadamente estos ataques no
tardaron en llegar. Las guerras contra sus vecinos fueron continuas y tan
encarnizadas que en 1740 los ingleses tuvieron que enviar un gran contingente
de tropas para acabar con aquel lugar de libertad. Aunque los habitantes de
Fort Mosé lucharon hasta la última gota de sangre no pudieron hacer nada y el
lugar fue tomado por los ingleses. Aunque días después, ayudados por los
españoles y las milicias de la zona los habitantes del fuerte pudieron volver a
recuperar sus hogares.
Pero como dice
el refrán, poco dura la alegría en la casa del pobre, porque en 1763 no fue una
batalla lo que los echó de sus hogares sino el Tratado de Paz de París que se firmó
para acabar con la Guerra de los Siete Años. En una de sus clausulas se
estipulaba que se cedía la Florida a los ingleses. Por ello todos los
habitantes de Fort Mosé tuvieron que irse de allí y acabar sus días en la isla
de Cuba, y aunque veinte años después, en 1781, la zona de San Agustín y
alrededores fuera ganada en la Batalla de Pensacola, ya nadie volvió a poner
los pies en el antiguo asentamiento. Actualmente este lugar se considera zona
de interés turístico (Fort Mose Historic State Park) y en él se puede recorrer
uno de los episodios más desconocidos de la Historia de España y Estados
Unidos.