“Preguntas,
Cíclope, cuál es mi nombre ilustre y voy a decírtelo pero dame el presente de
hospitalidad que me has prometido. Mi nombre es Nadie; y Nadie me llaman mi
madre, mi padre y mis compañeros todos”. (La
Odisea, Canto IX)
Odiseo (Ulises
en latín) es sin lugar a dudas el héroe más famoso de la antigüedad. Y no solo
porque hubiera realizado grandes proezas y aventuras sin par, sino también
debido a que frente a todos los héroes de entonces es el único que muestra una
humanidad y sensibilidad nunca antes vista. Homero nos lo presenta en el décimo
año del sitio de Troya, en La Ilíada, y desde ese mismo momento nos
damos cuenta de que Odiseo es un personaje hecho de otra pasta, de otro
material, pues frente a las exhibiciones guerreras que muestran otros en la
batalla diaria, éste, además de tener esa habilidad, sabe también utilizar su
ingenio y perspicacia con la que afrontar las dificultades que entraña doblegar
la resistencia teucra. Tan importante ha sido Odiseo en la literatura que su leyenda
y sus gestas han pasado a través de los siglos siendo reescrita su memoria una
y otra vez por distintos literatos además de evocar sueños de gloria en las
mentes de aquellos que tienen la suerte de leer uno de los pilares básicos de
la cultura occidental: La Odisea.
Muchos han sido los que han sucumbido al embrujo de aquel que siempre tuvo un
ojo en el lejano horizonte y otro en su anhelada Penélope. Uno de ellos, en la
actualidad, ha sido el escritor e historiador Valerio Massimo Manfredi,
prolífico autor enamorado de la antigüedad,
el cual ha querido rendir un sentido homenaje al héroe itacense a través
de las novelas: Odiseo, el Juramento (2013)
y su posterior continuación Odiseo, el
regreso (2014).
En este caso empecemos
por el primer volumen: Odiseo, el
Juramento. En esta novela histórica el autor se centra en la biografía del
propio personaje principal desde su nacimiento hasta el mismo momento en que un
inspirado caballo de madera hace caer las murallas de Ilión. Valerio Massimo
Manfredi, en un alarde de buen hacer y de buen historiador, narra las vicisitudes
originales de la vida de Odiseo hilando las distintas versiones literarias y mitológicas
para crear un historia única que haga vibrar al lector ya sea por ser la
primera vez que se acerca a esta parte más desconocida del rey de Ítaca como al
que ya no es un neófito en la materia homérica. En este primer volumen, como ya
he comenzado a describir, conocemos los primeros años de vida de Odiseo en su
pequeño reino insular situado al poniente de Acaya. Allí sabremos del modo de
vida de su padre Laertes, el fuerte amor que le une a su madre Anticlea o las
vivencias y aprendizajes que mantiene con su abuelo materno, el oscuro
Autólico, que le serán de gran importancia a lo largo de su vida. Con los años
irá ganando en destreza e inteligencia y llegado el momento será uno de los
pretendientes que la bella Helena de Esparta (posteriormente de Troya) tendrá
que elegir. Pero para evitar que dichos pretendientes, todos grandes príncipes y
guerreros de Grecia, se peleen de forma fatídica entre sí, Odiseo, gracias a su
astucia, consigue que juren que sea cual
sea el elegido todos acataran la decisión a la vez que se convertirán en
paladines los unos de los otros. De ahí el título de este primer título: el
juramento. Aunque lo que era una jugada maestra con el tiempo se convertirá en
una maldición ya que tras el rapto de la bella Helena por el imberbe París todos
los príncipes tendrán la obligación de vengar la afrenta sufrida al impetuoso
Menelao. La gran guerra está servida y los míticos héroes parten a tomar la
ciudad del rey Príamo. Allá van las huestes mirmidonas del inmortal Aquiles;
acullá blande su arma Diomedes y el fornido Ajax; las ambiciones de Agamenón
brillan en la distancia; y mientras tanto Odiseo, con sus mil argucias
conseguirá sobrevivir a los diez largos años que dura el asedio de Ilión.
Uno de los
puntos fuertes de este primer volumen es su forma de estar narrado. Un texto
que evoca reminiscencias arcaicas a la vez que desprende una poesía delicada
muy del estilo con la que Homero adobó sus dos grandes obras maestras. En
verdad un estilo de escritura de lo más bella. Aunque no se piense que el autor
se enreda en florituras vanas ya que la acción y las frases directas hacen que
la lectura sea fluida a la vez que precisa. Otro aspecto a tener en cuenta es
la importancia que la mitología tiene en la obra. Las aventuras del itacenses
no pueden deshilvanarse de las ricas leyendas que poblaban el mundo griego. Por
las páginas de esta novela, entroncado con las vicisitudes que vive nuestro héroe,
aparecen las figuras de Heracles y sus doce pruebas míticas, el increíble viaje
de los argonautas, o las arbitrarias decisiones de los propios dioses eligiendo
bando ya sea el de los troyanos como el de los aqueos. Aquí hay que precisar
que las apariciones mitológicas no son
estruendosas, desmedidas ni espectaculares. Al contrario, son sutiles y humanas,
vistas desde la óptica de los propios personajes, con lo que enriquece más el
misterio de los inmortales.
En Odiseo, el Juramento, en esos años
precedentes a las grandes gestas de la Ilíada
y a las grandes aventuras de la Odisea,
el autor irá dejando pistas y elementos que serán vitales en el futuro del que
todos conocemos como Ulises. Cómo llegó a tener la cicatriz en su pierna; cómo
consiguió su famoso arco matador de pretendientes; cómo conoció a su amada
Penélope y las casualidades que le llevaron a entablar amistad con los grandes
guerreros de la época. En verdad esta novela hará las delicias de todos los que
amen la Odisea, las leyendas de la antigua Grecia y las andanzas de aquellos
personajes que pueblan nuestros sueños de inmortalidad. Una novela histórica muy
bien escrita con la que querremos ser compañeros de remo de aquel que una vez
fue el protegido de la diosa Atenea: Odiseo.