A cualquiera de
nosotros, sobre todo a los niños, si se nos preguntara quiénes son los tres
Reyes Magos seguramente diríamos: Melchor, Gaspar y Baltasar. Es una obviedad. Según
el Nuevo Testamento, en concreto en el Evangelio de San Mateo, capítulo 2 versículo
11, reza lo siguiente:
Y al entrar en la casa, vieron al
niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le
ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Es decir que
ofrecieron a Jesús recién nacido tres presentes, que ahora, en el mundo tecnológico
de hoy en día nos puede parecer de lo más raro. Incluso mucha de la gente que
conoce el nombre de los tres monarcas desconocen el simbolismo de cada uno de estos
presentes pero que en aquellos años eran de lo más importante. Baltasar, por
ejemplo, le obsequia con oro, no porque le sobrara sino porque admitía que
Jesús era el Rey de Reyes que traería el orden al mundo. Gaspar, por tanto, en
honor a ese orden real y a su divinidad al ser Hijo de Dios le regala incienso
que a fin de cuentas era lo que se quemaba ante los altares para rendir
homenaje a las divinidades. Mientras tanto, Melchor, tal vez el más práctico de
los tres, y ya pensando en el futuro, deposita en las manos de la virgen María
un recipiente con mirra que es una especie de resina con la que se ungían a los
muertos. En este caso ya vaticinaba que aquel tierno retoño moriría joven.
Estos fueron los
tres regalos que los Reyes Magos trajeron a Jesús de Nazaret y la
transcendencia que simbolizan para todo el orbe cristiano.