Uno de los
mayores problemas que tuvieron los famosos Tercios no fueron solamente el
arrojo de sus enemigos sino también los problemas económicos y la corrupción
que existía entre los altos mandos. Los soldados eran muy celosos de sus pagas
y si estas no llegaban se producían motines o revueltas entre la tropa que demandaban
el dinero que les debían. Esto era algo normal y no solo ha pasado en los
tercios pues también otros ejércitos lo han sufrido a lo largo de la historia. Pero
lo más gravoso era la corrupción y la avaricia que corroía el alma de muchos capitanes
del ejercito hispano pues muchos de estos, en los informes que enviaban a sus
superiores, no dejaban constancia de los soldados que desertaban o de los hombres
que caían en combate con lo que se quedaban con las pagas de éstos. El problema
venía cuando se planificaban posteriormente las batallas pues en la mayoría de
los casos el número de soldados que se distribuía sobre el papel nada tenía que
ver con los soldados que existían en realidad habiendo, por tanto, siempre de
menos.