Dos días al año, el 29 de Septiembre (Día de San Miguel) y el 28 de Octubre (Día de San Simón y San Judas) se produce en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial uno de los hechos más curiosos de nuestra Península: La Adoración de la Sagrada Forma en la Sacristía del Real Monasterio. Tras una misa solemne se invita a los fieles que lo deseen a acudir al recinto colindante a la Basílica para venerar una reliquia que tiene nada más ni nada menos que cuatro siglos de antigüedad. Cuando la Sacristía se ha llenado, delante de los ojos de todo el mundo un cuadro de Claudio Coello titulado como el mismo acto religioso La Adoración de la Sagrada Forma por Carlos II comienza a levantarse de manera mecánica, poco a poco, muy despacito, y en el centro aparece una custodia con una hostia consagrada en la que se aprecian tres marcas pequeñitas de color rojo. Tras unos minutos el lienzo comienza nuevamente a descender rodeado de la magnifica música de la Escolanía del P. Soler desapareciendo de esta manera de nuestros ojos.
Pero ¿qué misterio encierra esa pequeña Forma consagrada que tanto atrae la atención de los visitantes? El origen de esta reliquia viene de las Guerras de Religión que asolaron el centro de Europa en el siglo XVI y el XVII. La Forma vino al Monasterio de El Escorial en 1597 procedente de la Iglesia alemana de Gorcum, recinto sagrado que había sido profanado por las huestes protestantes y que tras desvalijar la iglesia comenzaron a pisotear las hostias que había en el altar. Ante el asombro de los asaltantes una de las obleas comenzó a sangrar por los huecos dejados por las botas claveteadas de los soldados. La fama de esta hostia consagrada se propagó por toda Alemania y después de estar con varios propietarios acabó en Viena en el Palacio de Fernando Weidmer, capitán de los soldados del emperador Rodolfo II. Tiempo después sus descendientes lo trajeron a España.
Ésta es una primera versión de los hechos ocurridos. Una versión muy oportuna en que los asaltantes impíos y por ende protestantes asolaron una iglesia católica. Una propaganda muy buena para el bando Austria. Pero existe otra versión menos ejemplarizante para la población católica. Esta nos habla de que la Basílica fue profanada por las tropas del Duque de Medina Sidonia y que cuando uno de los soldados piso la Forma ésta comenzó a sangrar. En ambas hay pisotones de por medio, pero aquí el autor de la profanación asustado por la acción milagrosa de la oblea acabó metiéndose en la orden franciscana.
Este atropello sufrido en la Basílica de El Escorial alcanzó al mismísimo Carlos II que se vio obligado a mandar construir el Altar de la Sagrada Forma por exigencias del Papa Inocencio XI como condición para levantar la excomunión que sufrían parte de los nobles que formaban la Junta de Gobierno debido a la profanación del Duque de Medina Sidonia y sus partidarios de este Templo. Para completar la construcción de este Altar y evitar que en un futuro se produjeran otros atentados parecidos mandó al pintor de Corte, Claudio Coello, pintar un lienzo en el que apareciera el monarca mostrando una adoración excelsa a la Forma y a la vez sirviera para ocultar la hostia milagrosa detrás del cuadro.
Se terminó de pintar en 1689 y todavía hoy se puede observar dos veces al año en acto solemne. Les aseguro que es espectacular, no se lo pierdan.