Durante la I Republica, en tiempos de Pi y Margall, se produjo en España un hecho a la vez curioso y berlanguiano: la proclamación del Cantón de Murcia el 12 de Julio de 1873, con la capital fijada en la ciudad de Cartagena. Murcia decidió alejarse de la República Unitaria Centralista y declararse independiente intentando a la vez anexionarse territorios adyacentes hasta conseguir todas las tierras de la Murcia medieval. Y mientras lo consiguiera estaría presidido por Antón Gálvez Arce, Antoñete Gálvez para los amigos, que había sido diputado a Cortes por Murcia.
La aventura de este cantón independiente duró solamente seis meses, pero los suficientes para que en ellos se produjeran hechos increíbles. Como ya no pertenecían a España decidieron crear su propia moneda, el duro cantonal, en el que se leyera con toda rotundidad la decisión que habían tomado. Todavía quedan algunas de ellas pudiendo leerse en el anverso lo siguiente: Cartagena sitiada por los centralistas, septiembre de 1873; y en el reverso: Revolución Cantonal, cinco pesetas. Además, como Cartagena estaba muy bien defendida y tenía una buena armada, pensaron recaudar fondos para la causa a costa de las potencias extranjeras más cercanas, es decir Alicante y Almería. Como estos se negaron a darles nada, los cantonalistas los bombardearon y arrasaron solamente para coger el botín.
Pero el hecho más surrealista de todos fue cuando Cartagena se envalentonó y proclamó la guerra nada más ni nada menos que ¡a todo el Imperio austro-húngaro! Seguramente los imperialistas del norte no se enteraran de nada, pero lo más curioso de todo es que estuvo casi un siglo en guerra con Cartagena, pues aunque el 13 de Enero de 1874, las fuerzas del general López Domínguez vencieran a los cartagineses y acabaran con el sueño del cantón libre, el documento que abría las hostilidades con los prusianos estuvo inédito y sin anular hasta bien entrado el siglo XX.
Si a alguien ha sentido curiosidad al leer este relato sobre las hazañas del régimen cantonalista, disfrutará con el excelente libro de Ramón J. Sender, Mr. Witt en el Cantón, en el que se narran las peripecias de este singular hecho histórico.