miércoles, 16 de noviembre de 2011

RESEÑA: EL PUENTE DE LOS ASESINOS, de Arturo Pérez-Reverte


Dos hombres se batían a la luz indecisa del amanecer, silueteados en la claridad gris que llegaba despacio por levante.

De nuevo las espadas, bien engrasadas en sus fundas, vuelven a relucir para una nueva aventura. El cazador afina su instinto pues ve acechar en torno suyo nuevos peligros. Alatriste ha vuelto, y esta vez no tendrá piedad con sus enemigos, pues la consigna es sobrevivir a cualquier precio ya que la nueva intriga a la que se enfrenta promete ser la más difícil y ardua en la que ha arriesgado su piel y la de su querido amigo Íñigo Balboa. Y es que para una misión suicida se requiere a una persona especial, un experimentado espadachín a sueldo que, únicamente, con su mirada glauca asuste al mismísimo Diablo.


Ha pasado algún tiempo desde que dejamos a nuestro protagonista y a todos sus amigos, a saber, el inseparable Íñigo, ya hecho un mocetón matasiete, al correoso Copons o al enigmático moro Gurriat, batiéndose el cobre en las propias narices del turco en las Bocas del Escanderlu en un trís de dejarse la vida frente a la cimitarra otomana. El tiempo pasa y parece que nada nuevo en la tierra sorprenderá a nuestros infatigables aventureros cuando ante Alatriste surge una nueva correría que promete quedar pequeña con las realizadas en Levante. Don Arturo Pérez-Reverte vuelve a despertar al héroe y a toda la caterva del propio Ares trasladando el foco de atención desde las costas de Turquía hasta el norte de Italia, más en concreto a la peligrosa y fascinante a la vez Venecia. Después del mal trago en las costas del Levante Alatriste y los suyos parecen tener algún descanso en el remanso de los tercios, en Nápoles. Allí se encuentran con un antiguo amigo venido de la mismísima capital del Imperio y les encomienda una misión altamente suicida… matar al dogo de la Serenísima en la Misa del Gallo, es decir en el preciso día de Navidad de 1627. Por un lado esta empresa parece ser un golpe de mano a la española para asegurar el reino de Venecia a las armas españolas, y por otro promete vengar un antigua conjuración, la de Osuna, que acabó en desastre y traición… pero, y pronto lo descubrirá Diego Alatriste, no es oro todo lo que reluce y aquella donna veneciana, aquella rica dama de oro y joyas se convertirá pronto en una ratonera donde incluso amigos y antiguos enemigos han de colaborar espada con espada.



El puente de los asesinos, como hemos indicado antes, es la nueva entrega de esta peculiar saga, pero al adentrarse en ella vemos que «algo» ha cambiado dentro de cada personaje y escena. En verdad podemos ver a un Alatriste más cansado y negro, espeso y sobre todo fatalista. Esta nueva tendencia ya la empezamos a vislumbrar en la anterior entrega, pero aquí, entre las oscuras callejuelas de Venecia, con su cielo plateado de panza de burra y sus tejados cuajados de nieve, se acentúa todavía más. Y eso lo ve Íñigo que con dieciocho años bien cumplidos empieza a comprender muchas cosas de su antiguo amo que antes no apreciaba. Esa negra fatalidad empieza a impregnarse en él y a tomarse en incruenta compañía. Los personajes ya se hacen mayores, viejos, adquiriendo una fuerza psicológica insospechada haciéndolos todavía más interesantes. Los protagonistas asumen el lema principal de Diego Alatriste, es decir son soldados, en este caso un auténtico comando de la época, que solo se rigen por dos leyes: uno, cumplir las órdenes recibidas sin cuestionar y, dos, en caso de que la misión sea abortada luchar por sobrevivir. No pensar, actuar: Tu rey es tu rey. Es por ello que la historia tenga una carga profunda muy grande que engancha al lector desde el primer momento.

Aquí, llegados a este punto, hay que destacar  que durante toda la novela una presencia se yergue sobre todas las demás. No es una persona, es la misma ciudad de Venecia que si en un principio al mismo Íñigo le parece una auténtica cueva de Alí Baba pronto se dará cuenta que es la ciudad más peligrosa que ha conocido. Rica, endogámica, anguila que se aprovecha de las desventuras y venturas de los demás reinos, y que no tiene reparo ni vergüenza en aliarse con cristianos o infieles para conseguir todas las riquezas posibles, Venecia es un ente vivo que acaba entre sus estrechas calles con cualquiera que se atreva a levantar la mano contra el mismísimo León de San Marcos, engulléndolo a base de escurridizos cuchillos, sicarios enviados por el Consejo de Los Diez, y arrastrándolo a los tristes destinos de sus cárceles como la del Plomo en donde a uno lo estiran como guitarra jerezana y lo ahogan con más ansia que a Cristo en la cruz. Viendo esta situación sorprende de nuevo cómo Pérez-Reverte despliega ante nuestras narices toda una clase de historia cumpliendo a la perfección el lema de cada libro: enseñar nuestro Siglo de Oro deleitando a los lectores. Como les he indicado antes nos hemos trasladado de Oriente hasta Italia y en más concreto al norte. El autor nos habla de la presencia española en la bota itálica (Italia mi ventura … ) centrándose sobre todo en la zona de Milán, plaza española esencial y fragua de Vulcano en donde se forja la gran ferretería bélica en donde once tercios están siempre dispuestos a la lucha manteniendo fuerte cerrojo a los franceses en el norte; y también otras más pequeñas como son la imprescindible Valtelina, esencial para el Camino Español o las luchas políticas con los territorios de Mantua o con la zona del Véneto representada por la escurridiza Venecia. Toda una lección de historia militar y diplomatica difícil de encontrar en los textos de enseñanza actuales.

Cinco años, desde 2006, en que se editó Corsarios de Levante, los amantes de la historia y la novela histórica hemos estado esperando a que saliera una nueva entrega. Pero la espera ha acabado, y El puente de los asesinos por fin ha llegado a nuestras librerías para deleitarnos con una aventura de nuestros héroes, representantes de un siglo inolvidable y espectacular a la vez. Son alrededor de 350 hojas de puro deleite histórico que vale la pena leer, se lo aseguro y en el que el lector no echará en falta nada de sus ingrediente favoritos: luchas a espada, intrigas, amores imposibles, pactos y traiciones a la luz de la luna… toda una nueva aventura que espera a que el lector se abalance y de esta manera saludar de nuevo a nuestro matarife preferido: Diego Alatriste. No pierdan tiempo en leerlo… les enganchará desde el principio. Palabra de cristiano viejo.