En el hermoso pueblo de Calanda (Teruel) se produjo uno de los milagros más curiosos acaecidos en nuestra historia peninsular. De allí era originario Miguel Juan Pellicer Blasco, nacido en 1617, en una humilde familia, el cual, sin él saberlo, se convertiría muy pronto en el personaje principal de aquella zona, pues en 1637 fue atropellado por su propio carro cuando llevaba trigo al molino, perdiendo de esta manera una de las piernas.
Como entonces era difícil seguir trabajando en el agro con una sola pierna, para continuar viviendo, tuvo que pedir limosna en las puertas de la Basílica del Pilar (Zaragoza). Como la mendicidad no tenía y sigue sin tener hoy en día mucho futuro en 1640 volvió a su casa en donde pasados unos días ocurrió el milagro que cambiaría su vida para siempre. El día de Jueves Santo sus padres le escucharon gemir en la cama y con gran temor, ayudados por una lamparilla, se acercaron al camastro de su hijo para ver cual era el motivo para tales suspiros. Con gran sorpresa levantaron las mantas y vieron que le había vuelto a crecer la pierna mutilada. Cuando despertó Miguel Juan les dijo que había soñado que entraba en la Basílica del Pilar y allí, delante de la Virgen, se untaba el muñón con aceite santo.
Durante unos días tuvo una cojera leve, seguramente debido al entumecimiento, pero pasado el tiempo andó con toda normalidad. Cuatro días después el notario de Calanda Miguel Andréu, a instancias del párroco de la localidad Marco Seguir levanto acta del suceso que después sería confirmado en un informe eclesiástico firmado por varios testigos e incluso el mismo cirujano que le hizo entonces la amputación. Ya el milagro se proclamó por toda la región, alcanzando tal fama que llegó a todos los rincones de España. Incluso Felipe IV, al cual le encantaban los milagros, pidió ver a Miguel Juan Pellicer, que solamente con la ayuda de sus dos flamantes piernas llegó andando a la capital del reino para postrarse delante de su soberano y enseñarle el milagro que había obrado en él la Virgen del Pilar.
Hoy en día este milagro está bastante cuestionado ya que muchos escépticos creen que se trata de un truco perpetrado por la picaresca de la época. En aquella España era común ver a muchos indigentes que simulaban sus propias faltas de manera muy realista. Había, por ejemplo, gente que simulaban su propia cojera atándose la pierna doblada a la cintura dejando la rodilla como señal de amputación. Pero los milagros son cosa de fe y sea verdad o no la cojera de Pellicer ese enigma se nos escapa en el tiempo.
La pierna de Miguel Juan Pellicer Blasco en la portada de la iglesia de Calanda