El 7 de Octubre de 1571 es una fecha muy importante para recordar pues aquel glorioso día se produjo en aguas mediterráneas, cerca del golfo de Corinto, la Batalla de Lepanto, un enfrentamiento que quedó inmortalizado por el divino Cervantes al decir que ese día fue la más alta y memorable ocasión que vieron los siglos pasados. Aquel enfrentamiento entre La Santa Alianza, representada por España, Venecia, Genova y los Estados Pontificios y el Imperio Turco duró alrededor de una hora y media, y dio como ganador total a las armas cristianas frente a la temida media luna otomana. Las acciones heroicas se sucedieron una tras otra, y justamente en el momento en que el centro y flanco derecho de la flota ismaelita se deshacía, ocurrió un hecho singular: Ali Baja, el gran almirante turco recibió alrededor de siete disparos de arcabuz mientras un valiente soldado de los Tercios Viejos, Andrés Becerra, oriundo de Marbella, arrancaba con sus férreos dedos de titán el estandarte general otomano. Acto seguido, un galeote, seguramente liberado en el torbellino de la batalla, entre gritos y mareas de sangre, cogió un afilado alfanje y de un solo tajo corto la cabeza de Alí Baja. Sin perder tiempo le quitó el preciado turbante de seda y cogiendo la cabeza por el pelo lo presentó ante el victorioso Juan de Austria que con gesto magnánimo arrojo aquella noble testa al mar, sea por el desprecio de aquel signo violento, sea por honrar al enemigo vencido.
¿Qué fue del estandarte turco? Si alguien quiere visitarlo se encuentra en la Armería del Palacio Real de El Escorial, y como curiosidad les diré que Andrés Becerra fue homenajeado por el mismo Felipe II, otorgándole en premio por su arrojo y valentía, como si de una medalla se tratase, la bola de oro del tope de la bandera otomana.