Podemos considerar a los sabios de Mesopotamia como los primeros astrónomos de la Historia. Durante dos mil años se dedicaron a observar en los cielos a los cuerpos celestes y compararlos con los dioses. Uno de sus obras astronómicas más importantes fue el Enuma Anu Enlil en el que hay anotados todo tipo de predicciones sobre las estrellas, y el aspecto y movimiento de éstas en el cielo eterno. El nombre de este texto proviene de las primeras palabras escritas en él “Cuando Anu y Enlil y los grandes dioses…” y era tan importante en su tiempo que fue copiado en cientos de ocasiones. El texto más completo lo encontramos en la Biblioteca de Asurbanipal, en Nínive, y esta formado por un total de 70 tablillas con todo tipo de predicciones.
Muchos de estos presagios se centran en los eclipses lunares, los cuales eran muy temidos en Babilonia, ya que predecían la muerte de un monarca. Es por ello que era importante saber cuándo iban a producirse y de esta manera tomar las medidas oportunas para evitar la caída del rey. Así que cuando ya lo sabían adoptaban una costumbre de lo más curiosa. Días antes de que la luna se interpusiera en el camino del Sol el rey se retiraba y era sustituido por un rey suplente, al cual llamaban El Rey Jardinero, el cual era normalmente un prisionero de guerra. Éste gobernada alrededor de cien días, pero siempre supervisado por un consejo real. Nada más pasar el eclipse lo ejecutaban y volvían a entronizar al verdadero rey, no sin antes haberlo purificado debidamente del aura maligna que le hubiera dejado el eclipse lunar.