martes, 17 de septiembre de 2013

LA COMIDA ES SAGRADA

Durante el siglo XIV, en Barcelona, existían leyes muy severas en el campo de la alimentación. Se imponían penas muy graves a los que comercializaban con alimentos que estuvieran en mal estado o que incumplieran la más mínima ley sanitaria, como por ejemplo vender carne de oveja pútrida o que fuera de gato o rata. Si un comerciante era denunciado por este hecho se le amputaba el brazo, una mano o el pie. Los que sufrían estas penas morían la mayoría de las veces ya que las heridas se les cangrenaba debido a la poca higiene de la época y a lo chapuceros que eran los verdugos de la ciudad.

Esto me recuerda un hecho parecido, pero ya por el siglo XVII ya que era común que las empanadas de carne que se vendían en los figones no estuvieran hechas con el producto que se anunciaba. Tanto era el timo y tantos gatos y perros desaparecían en los callejones que incluso se rumoreaba que muchas de aquellas empanadas incluso llevaban carne de muerto. Debido a ello es  normal que las crónicas de la época cuenten que una vez un cura que estaba comiendo en un figón, al ponerle la empanada delante de sus narices como segundo plato, sacara de su bolsillo un hisopo y rociara generosamente la comida no fuera a ser que algún pobre desgraciado estuviera triturado allí dentro y así pudiera ir al Cielo.