La condesa D’
Aulnoy, gran observadora de nuestras costumbres, cuenta en sus libros de viaje
que en el siglo XVI las mujeres de la alta sociedad española tenían el hábito
de mascar pequeños fragmentos de arcilla o loza
durante las comidas. También en los banquetes era común ver a un
camarero repartir estos trozos entre los invitados ya que se pensaban que al
mascarlos y tragarlos evitaban cualquier tipo de envenenamiento o problemas
estomacales. Curiosa costumbre que haría rico a más de un boticario.