La vida del autor del Quijote, don Miguel de Cervantes Saavedra,
fue de las más agitadas dentro de la historia de la literatura universal.
Escritor, soldado, espía, funcionario de la Hacienda Real, pero sobre todo
convicto varias veces en distintas cárceles no solo en los Baños de Argel sino
también en España por varios asuntos turbios. Se sabe que estuvo recluido en la
prisión de Valladolid, pero lo más curioso es que por aquellas paredes también
pasaron su abuelo y su padre. En verdad puede parecer una tradición familiar.
El primero, Juan de Cervantes, pasó allí varias noches por el delito de
“celestino” ya que medio entre los amores de su propia hija con un bastardo del
duque del Infantado. Y el segundo, Rodrigo de Cervantes, estuvo preso por el
mismo delito que años después perpetró su propio hijo: por acumulación de
deudas con el Estado.