Un día el
general español Valeriano Weyler (1838 – 1930) llamó al cuartel para dar unas
ordenes de urgencia. Pero lo que era una llamada telefónica corriente se acabó
convirtiendo en todo un sin sentido. Atención:
-Soldado X: ¿Diga?
-Valeriano: ¡Que se ponga el capitán!
-Soldado X: Esta con la instrucción, llame usted más
tarde.
-Valeriano (un
tanto sorprendido): ¡Qué se ponga ahora
mismo!
-Soldado X: Ya le he dicho que no puede ponerse…
-Valeriano: Pero… (el soldado desconocido cuelga)
Hay que
imaginarse en esos momentos al general mirando al aparato con ojos desorbitados.
De nuevo volvió a marcar el número del cuartel:
-Soldado X: ¿Diga…?
-Valeriano: ¡¿Usted sabe quién soy yo?!
-Soldado X: Ni lo sé ni me importa (contestó de
manera airada)
-Valeriano: Pues sepa que soy el general Weyler
-Soldado X: ¿Y usted sabe quién soy yo?
-Valeriano: … no, la verdad…
-Soldado X: ¡Pues menos mal!