Hubo otras
épocas de la Historia en que los escritores y compositores también sufrieron la
tan temida piratería cultural. Guardaban celosamente sus partituras y
manuscritos para que nadie se los copiase, pero al igual que ocurre ahora
existen genios que no tienen miedo a las prohibiciones. Uno de ellos fue Mozart
(1756-1791). Cuando era joven viajó a Roma junto a su padre, y nada más llegar
a la Ciudad Eterna fueron invitados a un concierto en el que se interpretaba el
Miserere de Giorgio Allegri. Esta
pieza era una de las favoritas del papa Clemente XIV, y con tanto celo la
guardaba que si alguien se atrevía a copiar o interpretar la obra sin su
permiso podía incluso ser ejecutado. Pero a Mozart esta prohibición no le decía
nada pues al volver del viaje, en cuanto estuvo en Viena la reprodujo nota a
nota, sin partitura, ¡y solamente la había escuchado una vez! El padre de
Mozart estaba aterrado pues ya veía a su hijo ahorcado de un árbol pero sus
temores fueron inútiles ya que cuando el Papa se enteró de este prodigio en vez
de castigar al joven genio le nombró Caballero de la Orden de la Espuela de
Oro.