Juro fielmente desempeñar mis funciones,
guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes, respetar los derechos de
los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas, y fidelidad al rey.
(Juramento del Príncipe Felipe ante las Cortes, 1986)
Desde 1981, sin
interrupción, los españoles vemos todos los años en la televisión una peculiar
ceremonia en el Teatro Campoamor de Oviedo: la entrega de los Premios Príncipe
de Asturias, que homenajean a las personas que han destacado en distintos
campos de la cultura y la técnica. Al igual que otros premios como por ejemplo
el Nóbel. Si se fijan en estos premios siempre los entregan los Príncipes de la
Casa Real. Esta tradición nunca ha cambiado llegándose a convertirse en algunos
momentos en algo normal. Pero ¿por qué existen estos premios? Y lo que es más
importante ¿qué significa el distintivo de Príncipe de Asturias? Aunque les
parezca increíble la historia de este título es también la Historia de España
pues a través de todas las personas que han ostentado esta mención se puede
rastrear cada movimiento y encrucijada de este país. Así lo ha narrado Joseph
Carles Clemente en su obra editada por Nowtilus: Príncipes de Asturias. De Juan I a Felipe VI. En ella el autor hace
un recorrido desde la Edad Medía, cuando se creó este título hasta el mismo
momento en el que escribo estas humildes palabras. Y es que la Historia no para
ni conoce horarios. (Sigue)
Para conocer
todo lo relacionado con el tema hay que retroceder en el tiempo, hasta los
brumosos siglos de la Edad Media. Parece ser que a finales del siglo XIV todas
las monarquías europeas estaban creando títulos de una zona concreta destinados
a los hijos de los reyes para de esta manera no solo conceder prestigio al
príncipe sino también para asegurar la sucesión y sobre todo tener un nuevo
coto privado donde cobrar más impuestos. El primero en crearlo fue Inglaterra
en 1302 seguido de Francia en 1349 cuando fundó la institución del Delfinado
(que es una región de Sureste del país). Y finalmente llegamos a Castilla
cuando Juan I en 1388 crea el título de Príncipe de Asturias para su hijo el
futuro Enrique III. Pero como España en esos momentos estaba dividida en
distintos reinos no nos hemos de olvidar de Aragón ya que Pedro IV de Aragón
funda también el ducado de Gerona para su hijo Juan I que será principado en
1416 por obra de Fernando I y que durará como tal hasta 1700.
Si han seguido
esta breve narración seguro que una pregunta les ha rondado por la cabeza, y es
la siguiente ¿por qué Asturias? ¿Por cuestiones patrióticas en remembranza de
pelayos e inicio de la Reconquista? Pues déjenme decirles que no… el por qué se
debe sobre todo a un choque de fuerzas. Parece ser que durante la segunda mitad
del siglo XIV Asturias era un gran condado gobernado por un noble llamado
Alfonso Enriquez el cual tenía mucho poder. En cierta ocasión utilizó esta
fuerza para atacar a su hermano bastardo Juan I, pero fue derrotado. Fue
entonces cuando el rey se dio cuenta de que esta tierra debía estar regentada
por la corona y no por la nobleza así que creó el título de Príncipe de
Asturias para su heredero, y de esta manera no perder aquellas tierras tan
importantes y para que las personas que tuvieran tal galardón pudieran disponer
de aquel territorio cobrando impuestos y administrando justicia. Como se podrá
observar este título no era meramente honorífico como lo es ahora.
Pero la historia
de los Príncipes de Asturias no ha sido fácil desde entonces, reflejándose en
el brillo de su escudo todos los hitos que han marcado esta vieja piel de toro.
Sobre todo ha vivido situaciones difíciles como la sufrida por el desastrado príncipe
de Viana, o la acaecida de nuevo en la segunda mitad del siglo XV en plena
guerra civil entre los partidarios de Juana la Beltraneja, que fue princesa de
Asturias hasta que fue depuesta por Isabel la Católica que otorga
posteriormente a su hijo Juan en 1480 con dicho galardón. Aunque no lo disfrutó
mucho ya que muy pronto murió debido a sus excesos sexuales lo que permitió la
entrada de los Habsburgo en España. Y a pesar de que hubo algún sobresalto con
el infante don Carlos la imposición de este título fue pasando sin problema
alguno.
Así hasta la
llegada de una nueva casa reinante a la muerte de Carlos II el Hechizado en
1700: los Borbones. De nuevo la historia de los Príncipes de Asturias es un
espejo que muestra en su faz los problemas surgidos por la lucha para obtener
la regencia en la Guerra de Independencia; las consecuencias vividas por dicho
emblema en relación con la ley Sálica en tiempos de Isabel II que provocaron el
desgarre de España en las Guerras Carlistas, y su utilización política en
tiempos de Franco llegándose incluso a dar el caso que el actual monarca Juan
Carlos I haya llegado a ser rey sin haber pasado antes por ser Príncipe de
Asturias.
De nuevo tenemos
un Príncipe de Asturias, en este caso Felipe VI y es de imaginarse que sabrá el
peso histórico que conlleva dicho título. Ahora también nosotros, gracias al
riguroso a la vez que didáctico libro de Joseph Carles Clemente sabemos de su
importancia. Les invito a que se den un paseo por la historia de este legado ya
que también es recorrer de manera apasionante gran parte de nuestro pasado.