viernes, 17 de enero de 2014

LA EXTRAÑA MUERTE DE DON JUAN DE AUSTRIA



La muerte de Don Juan de Austria (1547 – 1578), vencedor de Lepanto y héroe de la cristiandad, siempre ha estado envuelta en las brumas de la historia ya que aunque se han escrito cientos de libros sobre la figura del hermano de Felipe II todavía los historiadores no se ponen de acuerdo en cuál fue la causa principal que le llevó a la sepultura con tan solo  31 años. La mayoría coincide en que se debió a un tifus o tabardillo exantemático que aparece sobre todo en tiempos de guerra en donde la falta de higiene y el hambre campean a sus anchas. Se sabe que Don Juan estando en Namur (Flandes) empezó a sentirse muy mal por lo que ordenó a su guardia el 17 de Septiembre de 1578 que le llevaran a las afueras de la ciudad al campamento de don Lope Figueroa pues pensaba que en el campo se curaría antes.

Pero cuando llegó junto a sus soldados se sentía peor así que rápidamente lo alojaron en un viejo palomar acondicionado para su Alteza el cual se convertió en la última morada del hombre que bajó los humos al todopoderoso Imperio Otomano. Allí, rodeado de sus viejos amigos empezó a sentirse peor, pues le faltaban las fuerzas, vomitaba continuamente y tenía unas fiebres altísimas. El día 28 del mismo mes, antes de entrar en delirio hizo llamar a Alejandro Farnesio, al cual lo nombró provisionalmente gobernador general y comandante de las tropas situadas en Flandes. Durante varios días perdió la razón, hasta que el día 1 de Octubre despertó y presintiendo que iba a morir pidió la extremaunción. Unas horas después, muere.(Sigue leyendo)


Mucho se ha especulado, y muchos han sido los sospechosos a los que se atribuye la muerte del héroe de Lepanto. Guillermo de Orange, por ejemplo, afirma en su Apología, que fue envenenado por orden de su hermano, e incluso se dice que hasta el mismo Alejandro Farnesio fue quien lo hizo ya que deseaba el cargo que ostentaba don Juan. Claramente es una afirmación falsa pues ambos, Juan y Alejandro fueron amigos desde su juventud e incluso estudiaron juntos en la prestigiosa Universidad de Alcalá de Henares. Todas estas contradicciones son las que han cubierto la muerte de Jeromín en todo un misterio. Pero ahora, a la luz de nuevos documentos históricos, tal vez se pueda resolver toda la trama.

Y es que a lo mejor el deceso de Don Juan de Austria se deba a algo que muchas personas sufren siempre en silencio: las hemorroides, más popularmente conocidas como almorranas. Permítanme que les explique: Don Juan sufría mucho de esta dolencia, al igual que Carlos V, pues ambos habían pasado  mucho tiempo a lomos de un caballo. Según un medico ingles llamado Mac Laurin tal vez la unión del tifus junto más unas almorranas mal curadas fue lo que le llevó a la tumba siendo tan joven. Leamos  la relación manuscrita del padre Flórez:

La enfermedad de Su Alteza fue de tabardillo o modorra, y una almorrana, que le cortaron, de que murió a primero de octubre del año pasado de 1578, después de diez y seis de enfermedad…

Además existe el testimonio de Dionisio Daza Chacón, el cual conocía bastante bien el cuerpo de Don Juan pues había sido su medico personal en la batalla de Lepanto. Afirma en su obra Práctica y teórica de cirugía (Valladolid 1580) que la muerte de su amigo fue debida a una chapuza que unos médicos le hicieron al intentar extirparle unas almorranas bastante grandes:

Este remedio de las sanguijuelas es muy mejor y más seguro que el rajarlas ni abrirlas con lanceta, porque de rajarlas algunas veces se vienen a hacer llagas muy corrosivas, y de abrirlas con lanceta lo más común es quedar con fístula y alguna vez es causa de repentina muerte; como acaeció al serenísimo don Juan de Austria, el cual, después de tantas victorias (…) vino a morir miserablemente a manos de médicos y cirujanos, porque consultaron y muy mal darle una lancetada en una almorrana. Dieron la lancetada y sucedióle luego un flujo de sangre tan bravo que con hacerle todos los remedios posibles dentro de cuatro horas dio el alma a su creador, cosa digna de llorar y de gran lastima. Si yo hubiera estado en su servicio, no se hiciera un yerro tan grande como se hizo.

Por tanto al misterio también se le añade el cierto pudor que debió de haber en la época al intentar explicar la muerte del héroe del Imperio.

Finalmente también es curioso el saber que al año siguiente (1579) al querer trasladar el cuerpo de don Juan desde Namur a España lo partieron en tres trozos y lo metieron en un baúl. Cuando llegaron a la Península juntaron de nuevo los tres pedazos, como si fuera un juguete, y en solemne misa se dio fe de que era él… aunque, según las crónicas de la época, le faltaba la punta de la nariz.