A Fernando VII sus enemigos, y
con razón, le llamaron traidor y felón, y la historia con todo merecimiento lo
ha honrado con el título del peor rey de la Historia de España, pero a pesar de
esta condición tan negativa el pueblo lo quería y lo ensalzaba debido a lo
campechano y dicharachero que era con el vulgo. Un ejemplo de ello lo podemos
apreciar en que una vez cuando el monarca iba a salir de Palacio, entre el
gentío, se le acercó un aguador de la plaza de Oriente para ofrecerle un poco
de agua. En el acto su propia guardia de Corps lo detuvo para evitar problemas
pero Fernando VII, saltándose el cordón de seguridad, ordenó que lo soltaran y
ante el asombro de todos los presentes bebió gustosamente del cacito que aquel
hombre le servía. Al día siguiente el mismo aguador comenzó a pasearse arriba y
abajo por los alrededores de Palacio llevando un cartel que decía: “Proveedor
de la Real Casa”.