A finales del
siglo XIV, el entonces flamante rey de Armenia León V era desposeído de su
cargo por el sultán de Babilonia. Este ex rey anduvo errante por media Europa
hasta que en 1387 Juan I de Castilla lo
acogió en Burgos. El monarca castellano se dio cuenta enseguida de que su amigo
siempre andaba melancólico y triste recordando sus posesiones de Armenia, así
que para mitigar su dolor le acabó regalando el señorío de Madrid a la vez que
el de Ciudad Real y el de Andujar. Cuando el nuevo señor de Madrid llegó a
Madrid fue recibido con todos los honores por los habitantes de la Villa, pero
al nuevo rey aquello no le agradó mucho pues enseguida se encerró en el Alcázar.
Fue el rey de aquellas tierras
durante dos años y no hizo nada por mejorar la situación en que vivían sus
vasallos. Como mucho arregló un poco el Alcázar para recibir a las visitas que
acudían a sus banquetes nocturnos. Enseguida se cansó del lugar y se marchó a
París donde moriría en 1390.