En la antigua
Mesopotamia creían que existía una relación directa entre la enfermedad de una
persona y el más allá. Los médicos por tanto pensaban que cuando alguien
“pecaba” hacía enfadar a los dioses los cuales le mandaba alguna dolencia para
que expiara su culpa. Es por ello que los que estaban enfermos no podían
participar en ninguna ceremonia religiosa. Entonces ¿cómo se podían curar los
enfermos? Pues a través de la intervención de los médicos. Si se tenía dinero,
claro, el paciente podía disponer de hasta tres médicos: Primero acudía el
llamado baru que realizaba el
interrogatorio para tratar de determinar qué pecado podía haber incurrido el
paciente para haber molestado a los dioses. A continuación realizaba el
diagnostico mediante artes adivinatorias y llamaba al siguiente medico, el ashipu que a través de exorcismos
intentaba expulsar al demonio que atormentaba al paciente. Al día siguiente
acudía el asu que determinaba la
medicina que debía tomarse o que práctica quirúrgica habría de hacerse.
Estos tres
médicos acudían si el paciente tenía dinero, pero cuando éste era humilde o
carecía de recurso, hacia acto de presencia el gallup que hacía las funciones de cirujano y sacamuelas.