En el momento en
el que estoy escribiendo esta historia, en las salas de cine de media España se
acaba de estrenar la posible “última película” del genio de la animación Hayao
Miyazaki The wind arrise (El viento
se levanta). Nos habla de la obsesión y las vivencias que pasó el creador de
uno de los aviones más famosos de la historia de la aviación mundial: el
Mitsubishi A6M, más conocido como Zero.
Pero ¿Quién se esconde detrás de esta maquina voladora? Su nombre era Jiro
Horikoshi y fue uno de los grandes genios de la ingeniera náutica de su tiempo.
Nació en Fujioka
(Japón) y cuando tenía 27 años, nada más graduarse, fue a trabajar al
Laboratorio de Aviación del Departamento de Ingeniería de la Universidad de
Tokio. Los jefes de aquel lugar, viendo que era un auténtico genio pronto le
pusieron en contacto con la empresa Mitsubishi para que diseñara aviones para
ellos. Su primera creación fue el Mitsubishi A5M y tiempo después, en
1937, todo su equipo pasó a trabajar en
el llamado Prototipo 12. En 1940, cuando lo terminaron, la Armada Imperial
Japonesa lo bautizó como el Modelo OO. De ahí le vino el mítico nombre al
avión: Zero, la pesadilla de los
aviadores enemigos en el Pacífico. Ya lo dijo el piloto Claire Chennault, lider
de Los Tigres Voladores (famoso
escuadrón que luchaba desde China contra los japoneses): Nunca te pelees con un Zero. Y
tanta fue la fama de este aparato que aunque Jiro Horikoshi diseñó otros
durante la Segunda Guerra Mundial, como por ejemplo Mitsubishi J2M Raiden
y el Mitsubishi A7M Reppu, siempre
será recordado por haber creado la maravilla del Zero.
El Almirante
Isoroku Yamamoto, jefe de la Oficina de Aeronáutica de la Marina de Japón, vio
claramente la importancia del invento de Horikoshi y sin dudarlo encargó a la
empresa Mitsubishi la producción en serie del avión Zero. En total se llegaron a construir alrededor de 10.499
aparatos. No es que solamente fuera el aparato más potente, veloz y mortífero
que surcaba los cielos del Pacifico, sino que era totalmente vanguardista con
una línea aerodinámica perfecta. Y aunque otro avión como el Nakajima Ki-23
Hayabusa tenía el mismo tamaño, motor y fuera igual de ligero cual grácil
gaviota, el Zero podía llevar más
armamento, llegar más lejos e incluso ser muchísimo más rápido.
Pero la pasión
de Jiro Horikoshi por la ingeniería aeronáutica no acabó en la guerra, pues cuando
abandonó Mitsubishi Heavy Industries, en los años sesenta y setenta se dedicó a
la enseñanza en varios institutos y universidades como el Instituto Espacial y
Aeronáutico de la Universidad de Tokio, la Academia de Defensa Nacional y en la
Facultad de Ingeniería de la Universidad de Nihon. El reconocimiento a toda una
carrera dedicada a la investigación le fue concedida al otorgarle la Orden del
Sol Naciente en 1973. Años después, en 1982, Jiro Horikoshi murió dejando un
impresionante legado científico que todavía hoy se sigue estudiando en muchas
universidades de todo el mundo.