domingo, 18 de mayo de 2014

LAS HORCAS CAUDINAS



Esta expresión que nos habla de cuando una persona ha caído en un aprieto y que para salir de él debe aceptar unas condiciones duras y humillantes, proviene de la historia militar, en concreto de una triste derrota sufrida por los romanos en el  321 a.C a mano de los samnitas. Ocurrió en la Segunda Guerra Samnita cuando ambos pretendían controlar el Sur de Italia. En territorio samnita existía un doble desfiladero cerca de una localidad llamada Caudium por el que los soldados romanos debían pasar para enfrentarse a sus enemigos. Los cónsules Tito Veturio Calvino y Espurio Postumio que comandaban las tropas de Roma discutieron el día anterior en si pasar por el centro de los desfiladeros para llegar más rápido ante el enemigo o rodearlos por las montañas cercanas y aunque tardaran algo más llegarían de manera más segura. Pero unos pastores, que en verdad eran espías samnitas, les convencieron para que fueran directos por el largo desfiladero. Cuando iban a entrar en el segundo se encontraron con que estaba cegado por un buen numero de troncos y rocas. Los romanos, al ver que por encima de ellos había muchos samnitas apuntándoles con arcos y lanzas, decidieron volver atrás, pero igualmente la salida ya estaba cerrada con el mismo material de antes. Como era lógico los romanos se rindieron y pactaron las condiciones de paz con los samnitas. Éstos les propusieron que les dejarían salir vivos de allí si desfilaban pasando todos medio desnudos bajo un yugo en señal de derrota. Ambos cónsules aceptaron comenzando una de las mayores humillaciones del ejército romano. Primero pasaron sus generales y después la tropa al completo bajo un yugo confeccionado con tres lanzas a modo de puerta. Desde ese día nacieron dos dichos: meterse en las Horcas Caudinas para hablar de cuando uno cae en una trampa, y hacer pasar a alguien por el yugo (o aro). De ambas salió la actual expresión Pasar las Horcas Caudinas.