Tras terminar la
Guerra Civil Inglesa (1641-1649) entre el Parlamento, representado en la figura
de Oliver Cromwell, y las fuerzas monárquicas comandadas por el rey Carlos I
Estuardo, se planteó el siguiente dilema a los ciudadanos británicos: caído el
rey ¿quién gobernaría ahora la nación? La tradición vigente hasta ese momento exigía
que a la muerte de un monarca le sucediera otro, pero como no iba a producirse
ese hecho ¿cómo llamar al nuevo régimen imperante? Oliver Cromwell, vencedor de
la contienda, y con el ansia de llevar a su país a una nueva edad dorada para
el hombre a través de las ideas puritanas, zanjó esta cuestión erigiéndose con
el título de Lord Protector, es decir tutor de la nación. Y como Inglaterra ya
no era un reino, pues no había rey, él y sus consejeros, también conocidos como
“los santos”, inventaron en 1653 un término parecido al de la república: Commonwealth (riqueza común).
¡Quién le iba a
decir a Cromwell que años después esa palabra significaría otra cosa distinta!
Tres siglos más tarde el término Commonwealth se seguiría utilizando pero ya en
una monarquía tradicional, aunque esta vez entendido no como una forma de
gobierno parecido a la republica, sino como una Comunidad Británica de
Naciones, o lo que es lo mismo la unión de estados soberanos que en el pasado
habían sido colonias de Gran Bretaña.