En el principio era el
Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio
con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas (Juan. 1:1-3)
Cuenta la
leyenda que poco antes de la caída de la Península en manos de los moros, el
rey de los visigodos, Don Rodrigo, estaba falto de dineros con el que sofocar
las continuas revueltas y amenazas que azotaban su reino. Un buen día se enteró
que en Toledo existía un castillo señorial guardado por siete llaves y siete
puertas y que en su interior había un gran tesoro, originario de los tiempos en
que el mítico Hércules hacía sus correrías antes de que ni siquiera existiera la
palabra Hispania. Pero cuando don Rodrigo ya se precipitaba hacia ese lugar un
sabio le dijo que sobre aquel tesoro pesaba una maldición y que aquel que osara
violentar su secreto no solo perdería su vida sino todo el reino. El osado rey,
encegado por el brillo del oro, no le hizo casi y con la sola ayuda de su
espada violentó las siete cerraduras y acto seguido irrumpió cual toro en la
maravillosa sala en donde tal vez se hallara la solución a todos sus problemas.
Pero allí no encontró nada de valor, alguien se le había adelantado, pues
solamente había una mesa de madera con un pergamino mohoso que a primera vista
no tenía gran valor. Pero cuando lo desenrolló sus ojos se quedaron asombrados
al contemplar las confusas imágenes de unas personas, de figura enjuta,
morenos, tocados con unos turbantes blancos y armados hasta los dientes que le
miraban fijamente. Y bajo ellos su propio cuerpo, atravesado por mil lanzas.
Tiempo después aquella amenaza se cumplió al lado del río Guadalete pues en
verdad no solo perdió su vida sino también todo el reino visigodo junto con sus
grandes y misteriosos tesoros.
Lo primero duda
que nos asalta al leer esta leyenda, es lo siguiente ¿qué es lo que había
dentro de aquel lugar? Y lo segundo ¿por qué desapareció y quién tuvo tanta
prisa en llevarse el tesoro? Mucha gente ha querido buscar la respuesta, pero
solo algunos se inclinan a dar una opinión clara. En lo que casi todos
coinciden es en señalar a lo que se ha denominado como el Grial del Oriente: La
Mesa de Salomón. ¿Era este el tesoro? Y ¿Qué se sabe de esta fantástica
reliquia? El autor Javier Martínez-Pinna, en su libro El Nombre de Dios, editado por Nowtilus recientemente, mediante un
estilo claro, directo y apoyado por un gran aparato crítico y documental es el
encargado de hablarnos de la importancia, origen y enigmas que existen
alrededor de este tesoro buscado por cientos de personas alrededor de la
historia.
A través de sus
250 páginas, el autor nos habla del devenir de esta Mesa (algunos la llaman
espejo) desde el mismísimo momento en que supuestamente fue creada en los
tiempos bíblicos de Moisés y Salomón, pasando por su expolio durante el saqueo
de Jerusalén por las fuerzas romanas de Tito en el año 70 d.C; su traslado
definitivo a la Península desde la caída de Roma en el 410 a manos de los godos
de Alarico; y finalmente su hallazgo por parte de los musulmanes de Tariq y
Muza en el 711 siendo llevado a Oriente en donde se pierde su rastro. Aun así,
son muchos los que la han seguido buscando ya que opinan que La Mesa de Salomón
acabó quedándose en la Península Ibérica pues antes de que los moros la
encontraran algunos sabios se encargaron de enterrarla en algún lugar secreto,
supuestamente en Toledo, Jaén… vayan ustedes a saber.
Entonces ¿qué es
la Mesa de Salomón y por qué todo el mundo la busca con ansia? Esta misteriosa
reliquia ha quedado a la sombra de otros famosos tesoros por lo que normalmente
el vulgo no tiene mucho conocimiento de su existencia. Tanto es el desconocimiento
que se tiene de ella que incluso hasta los expertos en el tema están divididos
en hallar su naturaleza y esencia. Para empezar hay que señalar que unos la
llaman Mesa, mientras que otro Espejo, y que su poder radica en que o bien
muestra en su clara faz todo el mundo conocido; el pasado y el futuro de la
humanidad; o que mediante la alineación perfecta de su geometría se puede
hallar el Nombre Secreto de Dios o Shem
Shemaforash y que gracias a el y su acústica se puede crear vida,
modificarla o eliminarla. ¿Cómo era esta Mesa-Espejo de Salomón? Existen
grabados e imagines posteriores pero pocas descripciones fehacientes. Por
ejemplo el historiador musulmán al-Maqqari nos dice lo siguiente:
La Mesa estaba hecha de oro puro, incrustado
de perlas, rubíes y esmeraldas, de tal suerte que no se había visto otra
semejante (…) estaba colocada sobre el altar de la iglesia de Toledo, donde la
encontraron los musulmanes, volando la fama de su magnificencia. Ya sospechaba
Tarik lo que después sucedió de la envidia de Muza, por las ventajas que había
conseguido, y que le había de ordenar la entrega de todo lo que tenía, por lo
cual discurrió arrancarle uno de los pies y esconderlo en su casa, y éta fue,
como es sabido, una de las causas de que Tarik y Muza disputasen ante el califa
sobre sus respectivas conquistas, disputa en la que Tarik quedó vencedor.
Esta ausencia de
noticias claras y encaje de bolillos es lo que ha producido que desde su
misteriosa desaparición han sido legión los que la han buscado desde hace
cientos de años. Personajes históricos importantes, ciudades y lugares como la
imperial Toledo, el Reino Santo de Jaén, Medinaceli, Alcalá de Henares, u
oscuras sectas como la los Doce Apóstoles, han sido subyugados o responsables
de haber albergado este grial tan enigmático. Les invito a que conozcan la
historia de la Mesa de Salomón, sus enigmas y claves, y que a la vez se dejen
subyugar por una de las leyendas más importantes de todos los tiempos a través
de las páginas de la obra de Javier Martínez-Pinna, El Nombre de Dios. No les defraudará.