Gracias al
Edicto de Milán promulgado en el 313 d.C, el emperador romano Constantino implantó la libertad de culto en el Imperio
Romano. Y como consecuencia muchos credos religiosos dejaron de ser perseguidos,
entre ellos el cristiano. Es por ello que muchos historiadores creen que la península
itálica tuvo el honor de ser el primer lugar donde el cristianismo se convirtió
en religión oficial. Pero si se escarba un poco más en las fechas históricas,
podemos ver que, en cambio, el primer reino en que el cristianismo se instauró
fue en Armenia. Precisamente en el 301, doce años antes que el Edicto de
Constantino. El culpable de ello fue San Gregorio, el Iluminador, quien vivió
en el monasterio de Khor Virap (en armenio, “Pozo Profundo”) durante trece
años. Según parece fue el propio rey Tiridates III quién le envió allí como
castigo por no respetar a los dioses paganos. Pero pasado un tiempo, el propio
rey enloqueció debido a unos terribles remordimientos que tenía pues años atrás
había asesinado a seis monjas. Uno de sus allegados le comunicó que en el
monasterio de Khor Virap San Gregorio todavía estaba vivo, así que le hicieron
llegar ante el monarca quien le rogó que le curase. Y que si lo conseguía le
daría todo lo que deseara. Según cuenta la leyenda el santo solo pidió una
cosa: que se hiciera al cristianismo si
lograba curarlo. Y efectivamente, así lo hizo. En cuanto el rey sanó procedió a
convertir el cristianismo como religión oficial de Armenia.