martes, 6 de enero de 2015

LA VALENTÍA DE UN HISPANO INSURGENTE



Cuando el emperador romano Octavio-Augusto decidió conquistar el Norte de Hispania en el 29 d. C creyó que sería un paseo triunfal y que las tribus cántabras y astures no le pondrían ninguna oposición. Pero se equivocó de pleno porque a los romanos les costó diez largos años y la vida de cientos de legionarios someter aquellas tribus. Uno de sus jefes tribales más inteligentes y fieros se llamaba Caracotta, quien se convirtió en una auténtica pesadilla para el emperador. Así pues, para acabar con él, puso precio a su cabeza, pero un día que estaba en una tienda de campaña planeando un ataque junto a sus generales el propio Caracotta se presentó allí mismo reclamándole la recompensa de 250.000 denarios. Octavio quedó tan impresionado por este gesto de valor que no dudó en pagarle lo establecido por su cabeza además de dejarle ir en paz.