Aunque uno no
sea muy futbolero tiene que admitir que el deporte del balompié a veces ofrece historias
de lo más curiosas. Una de ellas nos habla de cómo el azar hizo que el Athletic
Club de Bilbao lleve hoy en día una camiseta con los colores rojo y blanco.
Para saberlo hemos de remontarnos a principios del siglo XX, y más en concreto
a 1910. Según parece en aquellos años la camisola que portaba el equipo bilbaíno
no era como la conocemos actualmente pues solamente tenía dos franjas, una de
color azul oscuro y otra blanca, al
igual que la camiseta que vestía el equipo inglés Blackburn Rovers Football
Club. Una vez al año uno de los dirigentes del club solía ir a Inglaterra a
comprar una remesa de ellas para ser utilizadas durante el campeonato nacional
de liga. Pues bien a comienzos de aquel año la junta directiva envió a Juan
Elourdy, que por casualidad tenía que ir allí, a comprar un total de cincuenta
camisetas (25 para el Bilbao y otras 25 para su filial el Athletic de Madrid,
que entonces se llamaba así). Pero la mala suerte hizo que Elourdy no pudiera
comprarlas o porque estaban agotadas o porque no había suficientes para los dos
equipos. Cuando se iba a embarcar en Southampton para volver todo triste a
España se enteró que en una tienda de la zona tal vez le quedara alguna, así
que sin dudarlo un momento se acercó a mirar pero lo único que encontró fue la
del equipo local, el Southampton Football Club. Esta camiseta no era la que le
habían encargado pero aun así hubo algo que le llamó la atención ya que estaba
hecha con franjas rojas y blancas al igual que la bandera de Bilbao. Nuestro
directivo pensó que aquello debía ser una premonición pues compró las cincuenta
solicitadas y con ellas volvió a España. El 9 de Enero de 1910 se estrenó dicha
camiseta contra el Sporting Irún, y aunque al principio pareciera algo rara al
aficionado pronto se encariñó con ella.
jueves, 30 de abril de 2015
miércoles, 29 de abril de 2015
UNA BOMBA CON TINTES MARXISTAS
Cuando vemos una
película de los Hermanos Marx esperamos pasar un buen rato con las locas
aventuras de, sobre todo, Groucho, Harpo y Chico. Pero si se fijan bien, a
veces suele intervenir en estos films otro de los hermanos menos conocido,
aunque normalmente como contrapunto serio y elegante de los otros tres. Bueno,
pues su nombre es Zeppo, y a pesar de haber aparecido en varias películas, como
Los cuatro cocos, El conflicto de los Marx, Pistoleros de agua dulce, Plumas de caballo, o Sopa de ganso, y de haber tenido una
buena cuota de éxito cinematográfico, muy pronto abandonó su carrera artística
para trabajar de verdad en lo que más le gustaba: la mecánica y la confección
de útiles inventos. En el año 1941 fundó la empresa Marman Products, la cual se dedicaba sobre todo al diseño de
ensamblajes y otros materiales similares para el ejército americano. Estos ensamblajes
soportaban el peso de cualquier objeto y por eso las argollas diseñadas por el
propio Zeppo fueron las elegidas para amarrar al Enola Gay, la bomba atómica, o Little
Boy, que arrasó la ciudad de Hiroshima. Pero su fama de inventor no se
quedó ahí pues años después creó una especie de reloj pulsómetro que medía las
pulsaciones a personas con problemas cardiacos, el cual, si detectaba alguna anomalía
en el ritmo cardiaco de quien lo portaba emitía un agudo pitido de advertencia.
En verdad, muy práctico. Una pena que no sepamos más de esta invento tan
curioso.
lunes, 27 de abril de 2015
LA PRIMERA BURBUJA FINANCIERA DE LA HISTORIA
A principios del
siglo XVI llegaron a Europa los primeros bulbos de tulipán, una flor originaria
de Oriente, que muy pronto se hizo popular en Holanda. La casualidad hizo que
en aquellas latitudes, a diferencia de otros países, un virus atacara a los
tulipanes ocasionándole una gran gama cromática, lo que hizo que ante tal belleza
aumentara su precio de forma exorbitada. Por ejemplo en 1623 un solo bulbo
costaba ya la friolera de 1000 florines frente a los 150 anuales que ganaba
normalmente cualquier un ciudadano holandés. Esto hizo que muchas personas, la
gran mayoría, se animaran a invertir enormes sumas de dineros y a hipotecar
muchos bienes personales pensando que el precio de esta flor nunca se
devaluaría. Llegó un momento que los beneficios superaron el 450% de la inversión
realizada inicialmente. En principio, parece que era toda una ganga.
No había nadie
que se quedara fuera de invertir aumentando día a día esta enorme burbuja económica.
Hasta se compraban bulbos virtuales en catálogos o también aquellos que incluso
todavía no habían nacido. Aun así, pequeños nubarrones se alzaban sobre la
tierra que en esos momentos ataba perros con longaniza, ya que en 1636 se
produjo un virulento rebrote de peste bubónica el cual se cobró un montón de
vidas humanas, produciendo que al haber menos mano de obra para trabajar en los
viveros se incrementara el precio en los mercados. Aun así parece que aquel
primer aviso no les importó a los accionistas quienes estaban como locos
comprando y vendiendo aquellos tulipanes sin preocuparse por el futuro. Pero llegó el año 1637 y con él el fin de la tulipomania. Los especuladores, viendo
que aquella burbuja estaba a punto de estallar, empezaron a vender sus
tulipanes provocando el consabido pánico en el mercado financiero holandés. Los
que no fueron rápidos en venderlos se encontraron que solamente tenían entre
manos, aunque precioso, un simple bulbo de tulipán que les había costado una
fortuna. En cambio los pocos que fueron listos se enriquecieron, pero fueron muchos
los que se arruinaron, haciendo que se encontraran con cientos de tulipanes
inservibles y hubo incluso algunos que no pudiendo soportar la vergüenza y la
pobrera optaron por colgarse en los graneros. ¡Y todo por una flor!
domingo, 26 de abril de 2015
UN PUNTAPIÉ MORTAL
A Jasper Newton “Jack”
Daniels (1849 – 1911) mucha gente le recuerda por haber creado uno de los
whiskies más famosos y vendidos de la historia: el inimitable Jack Daniels nº7.
Es una de las bebidas más vendidas en todo el mundo, pero pocos de los que la
consumen saben la forma de morir que tuvo su fundador. Una forma, todo hay que
decirlo, de lo más tonta que puede haber. Nos remontamos a una mañana de 1911,
cuando Jack se acercó a su oficina a retirar una cantidad de dinero de la caja
fuerte. Ya era un hombre acaudalado, así que el sacar dinero ya se había
convertido en una costumbre diaria. Pero aquel día, no se sabe por qué, Jack no
se acordaba de la combinación. Intentó varias veces alguna de ellas, pero al no
conseguirlo la rabia se apoderó de él, y en un acto sin sentido propinó una
patada a la caja, justamente a una de sus esquinas. Evidentemente la caja no se
abrió, pero lo que sí consiguió como recompensa fue una fuerte infección en el
dedo gordo. Infección que días después le llevó irremediablemente a la tumba. Como
nota jocosa, muchísimos años después en 2006 apareció en el metro de Londres un
spot publicitario que rezaba lo
siguiente: “Moral: Never go to work early” (Moraleja, nunca vaya a trabajar temprano).
Y por cierto…
¿nunca se han preguntado por qué este whisky lleva impreso el número siete en
su etiqueta? Existen varias leyendas urbanas que lo intentan explicar. Elijan
la que más les guste:
1/ Era el séptimo
envío en ferrocarril, y claro está el siete era el número que llevaban impresos
los barriles que iban a venderse.
2/Era el número
de veces que Jack Daniels tardó en encontrar su receta perfecta.
3/El siete era
el número de novias que tuvo este dandy sureño.
4/ Y finalmente
la más simplona: en verdad no es un siete sino una J, de Jack.
sábado, 25 de abril de 2015
¿CUÁL ES EL ORIGEN DEL DOW JONES?
Muchas veces al
encender nuestro televisor solemos coger el telediario empezado, justamente
cuando están dando las noticias financieras. Si tenemos paciencia y no pasamos
a otro canal normalmente nos damos cuenta de que el periodista encargado de esa
sección parece hablarnos con una terminología que en la mayoría de los casos no
entendemos bien ya que utiliza palabras que parecen dirigidas a un público más
experto. Una de esas palabras que suelen quedar en el limbo de nuestro cerebro
es el llamado Indice Dow Jones, y que
tanta importancia parece tener en los mercados de todo el mundo. Pues bien, el
origen de este índice bursátil tiene su origen en el nombre de dos periodistas
estadounidenses llamados Charles Henry Dow y Edward Davis Jones quienes
fundaron en 1882, junto a su socio Charles Milford, la empresa Dow Jones &
Company. Ese mismo año publicaron el boletín financiero The Customer´s
Afternoon Letter que trataba de informar a los interesados en los negocios
sobre los movimientos del mercado actual. Y tanta fama consiguió, debido sobre
todo a la fiabilidad de sus informaciones, que siete años después, el 8 de
Julio de 1889 convirtieron ese humilde boletín financiero en el famoso periódico
The Wall Street Journal, con el que la mayoría de brokers del mundo desayunan por las mañanas. Así pues si alguna vez
volvemos a oír hablar de ese dichoso índice ya no lo oiremos como algo extraño
y podremos asociarlo enseguida con el apellido de dos periodistas americanos y
su excelente periódico, ganador de más de treinta y cuatro premios Pulitzer.