Ahora lo vemos
como algo normal en nuestros fruteros, pero ¿sabías que la naranja no es una
fruta originaria de España sino que viene de lejos, de más allá de nuestras
fronteras? Según parece las naranjas provienen
de China, y más concretamente del Himalaya y del sudeste asiático, y que con el
paso de los siglos llegó a nuestras costas de la mano de los árabes cuando se
establecieron en la Península Ibérica. De ahí el nombre con que las conocemos, naranj, que en árabe significa “perfume
interior”. Ya entonces la posesión de las naranjas era todo un lujo que
solamente los nobles y reyes se podían permitir, siendo utilizadas normalmente como
presentes de lujo para honrar a las visitas. Incluso hay constancia de que una
vez, en 1286, fueron utilizadas como munición en unos juegos acuáticos en el
Ebro para celebrar la visita que hizo Alfonso III de Aragón a Zaragoza. Pero
pasados los años la gente comenzó a darse cuenta de que esta fruta se podía
utilizar en la cocina, no solo para comer sino también para aderezar las carnes
blancas. E incluso algunos alquimistas de la época observaron que el zumo de la
naranja también era efectivo para contrarrestar las enfermedades. Arnau de
Vilanova, por ejemplo, recomendaba a Jaime II que tomara un vaso de zumo de vez
en cuando para que estuviera más fuerte. Con el tiempo el uso de las naranjas como
fruta de mesa se fue imponiendo poco a poco, e incluso se sabe que la gran
abundancia de naranjas que hay en Estados Unidos, sobre todo en la zona de
California, se debe a que en la época de la conquista del Nuevo Mundo unos
monjes franciscanos llevaron a esos lugares unas pepitas de naranja y las
plantaron allí para poder también disfrutar de el sabor de esta fruta.