Nos cuenta
Benito Pérez Galdós en su obra Montes de
Oca, que a mediados del siglo XIX las fondas madrileñas comenzaron a
ofrecer a sus clientes un tipo de menú más económico a precio fijo y que esto
se popularizó de la noche a la mañana. Pero si queremos saber cuál es el origen
directo del famoso menú del día que solemos consumir cuando comemos fuera (a no
ser que nos sobre el dinero y tiremos de carta sin mirar el precio) no hemos de
remontarnos muchos años atrás sino a una medida impuesta por el Ministerio de
Información y Turismo alrededor de los años 60 del siglo XX y que tenía como
fin atraer al turismo que empezaba a atestar nuestras ciudades y playas
atraídos por la oferta del sol y folclorismo tan típico de la época del
desarrollismo. En 1964 este ministerio creo el llamado Menú Turístico que por un lado volvía a fijar el precio único en
los menús y que además recomendaba que los platos se sirvieran de la siguiente
manera: en cuanto el cliente se sentaba en la mesa, el camarero, de forma
diligente y rápida, debía ofrecerle unos entremeses, seguido por un primero
compuesto de sopa o crema; un segundo, más fuerte, a base de carne y pescado
acompañado de una guarnición de patatas o verdura; y finalmente un postre de fruta,
dulce o queso. Y todo ello regado con agua, vino y cerveza. El café era
optativo, y a veces era incluido en el precio, junto con el pan, o se cobraba
aparte. Como se verá muy parecido al de ahora.
Este primer
borrador ministerial también sugería que los platos ofrecidos debían ser
típicamente españoles, como por ejemplo la paella, la tortilla de patatas, el
cocido madrileño, la fabada asturiana… y así una variada gama de alimentos
patrios. Además el local tenía la obligación de poner el cartel del menú
turístico a la entrada para que fuera bien visible no solo por los turistas
sino también por cualquier persona que quisiera aprovecharse de este precio.
Como se puede ver, la idea no era mala
pero al principio este tipo de oferta no tuvo mucho éxito ya que algunos
restaurantes no ponían este tipo de menú dentro de la carta e incluso había
gastrónomos o personas mal intencionadas que decían que era un producto
destinado a los pobres de pedir y que solamente ofrecían alimentos de mala
calidad. Es por ello que al año siguiente el gobierno tuvo que sacar una nueva
ordenanza, más completa, en la que, por un lado, se desmentía que este menú era
de pobres, y por otro lado obligaba a los locales a poner dentro de la carta la
opción de menú turístico. Se fijaron definitivamente los precios (no como
ahora) desde 50 pesetas para los restaurantes de cuarta clase hasta 250 para
los de lujo. Con el paso de los años la gente empezó a llamarlos menú del día,
y así hasta el día de hoy en el que podemos ver los típicos carteles ofreciendo
este servicio en la gran mayoría de locales de nuestras ciudades.