En 1946 el
empresario Walter Brown encargó a Anthony di Natale un trabajo de lo más
peculiar: cubrir de madera el suelo del Boston Arena para convertir esa pista
de hockey sobre hielo en el nuevo campo de baloncesto de la ciudad. El problema
estribaba en que en aquellos años, debido a las penurias que provocó la Segunda
Guerra Mundial, conseguir madera no era tan fácil ya que escaseaba bastante. Di
Natale, tras buscar arduamente, consiguió encontrar unos listones de madera de Tennessee
que habían pertenecido a unos barracones militares utilizados durante la
contienda. Sin dudarlo un momento los compró por 12.000 dólares y acto seguido
comenzó a cubrir el suelo del estadio colocando dichos listones de manera
alterna, dejando a la vista el curioso ajedrezado que tanta fama le dio. Entre
1952 y 1999 el parqué del nuevo estadio, el Boston Garden, fue testigo de las
mayores hazañas de los Boston Celtics en el siglo XX. Un año antes de terminar
el milenio, debido sobre todo al desgaste que tenía la pista, se precedió a
jubilar el entarimado y se subastaron aquellos trozos de madera por 300.000 dólares
la pieza. Pero aunque se vendió gran parte del suelo, los dirigentes de los
Boston Celtics quisieron conservar algunas secciones insertándolas en el nuevo,
con la idea de no perder una gran parte de su historia.